Después de varias maniobras militares provocativas en el sureste asiático, China vuelve a subir la temperatura en la región con su último proyecto: una planta nuclear flotante. Filipinas, Vietnam e incluso Estados Unidos han manifestado protestas sobre la militarización de la zona, ante las cuales China se ha mostrado indiferente.
“China se acerca a su primera planta nuclear marítima”. Así tituló el Global Times, uno de los periódicos más nacionalistas del país, una columna del pasado 22 de abril. El proyecto está siendo desarrollado por la empresa China Shipbuilding Industry Corporation, que prevé la abertura de la primera planta para el 2018. La segunda etapa del proyecto planea 20 plantas adicionales en la misma región, aunque un portavoz para la empresa precisó que el número podría cambiar “según la demanda del mercado”.
En pocos meses, China ha construido pistas de aterrizaje, faros y puertos en la zona marítima disputada. El proceso de construcción lento y gradual empezó sin anuncios oficiales, cuando China cubrió varios arrecifes de corales con cemento para poder construir instalaciones militares encima. Las plantas nucleares ayudarían a alimentar las estructuras militares y portuarias chinas en la zona. Malasia, Brunei, Vietnam y Filipinas, en varias instancias han denunciado construcciones chinas en las islas y zonas marítimas en el centro del Mar del Sur de China, a menudo reclamadas por varios países.
Todavía quedan dudas sobre cuánto demorará China en realizar el proyecto. El medio sinoamericano Voice of America reportó que la primera planta está en “fase de montaje”, mientras un informe del New York Times citó a Gregory B. Poling, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales diciendo que “parece que la idea sigue en fase de conceptualización, entonces probablemente debamos esperar años”, antes de que se sepan las implicaciones más concretas sobre la seguridad regional en el sureste asiático.
Según el Global Times, el proyecto tendrá “un papel importante en cuanto al desarrollo de la estrategia a largo plazo del gigante asiático en el Mar del Sur de China”. Según la compañía que maneja el proyecto, solamente la demanda de energía para proyectos de exploración de petróleo en alta mar tendría un valor de más de 15.450 millones de dólares. La ruta marítima que pasa por las zonas disputadas maneja 3,17 billones de libras esterlinas por año, según reportó el Guardian de Inglaterra.
La prensa China ha evitado reportajes extensivos sobre el proyecto, limitándose a transliterar el artículo publicado en el New York Times y en otros medios internacionales. Pocos días antes de hacer público su último proyecto, China manifestó su disgusto por una declaración conjunta escrita por los ministros del exterior del G7 durante una reunión preparativa de dos días que tuvo lugar en la ciudad de Hiroshima.
La declaración decía que los países del G7 están “preocupados por la situación en el Mar del Sur y del Este de China, y hacen énfasis en la importancia fundamental de un manejo y solución de controversias pacifico”. En las últimas semanas, disputas sobre pesqueros de arrastre chino pescando ilegalmente en aguas indonesias también han complicado las relaciones entre los dos países, un hecho relevante dado que ambas naciones tienen fuerzas armadas y marinas de tamaño significativo.
Otra pregunta persistente es el posible peligro que representarían desastres naturales sobre las plantas flotantes. La región del Mar del Sur de China es una zona altamente susceptible a tifones y tsunamis. Según la empresa que las está produciendo, las medidas de seguridad relevantes aún no han sido acordadas. Según un especialista entrevistado por el New York Times, la fusión de un reactor o una emergencia parecida podría traer vientos radioactivos a los grandes centros urbanos al borde del Mar del Sur de China. Sobre este asunto, China se ha abstenido de hacer cualquier comentario.
[Crédito Foto: Breaking Defense]
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