Economía china: mal interpretada

In by Andrea Pira

Las interpretaciones de la economía de China suelen ser exageradas en su optimismo y en su pesimismo.
"China arrojará una chispa a la sobrecargada mina del actual sistema industrial, y detonará así la explosión de una crisis general que lleva mucho tiempo fraguándose". "Con un choque más el mundo se sumergirá en la recesión. China es el eslabón crítico, y una caída de uno o dos puntos más en su tasa de crecimiento podría ser este choque".

La primera cita, con su característico uso de metáforas dramáticas, la escribió Karl Marx en 1853. La segunda, más seca pero no menos tremendista, la publicó en el 2015 Ruchir Sharma, director para mercados emergentes de Morgan Stanley.

La primera resultó ser una apreciación incorrecta. Yo apostaría dinero a que la segunda también la es.

El contexto de la primera fue uno de los peores momentos para la dinastía Qing, la última que gobernó China. Las tropas de Gran Bretaña y Francia invadían sus ciudades costeras desde 1840, para abrir a las malas un mercado que no quiso abrirse de piernas a las buenas. Su capital, Pekín, fue atacada en 1860 y dos de sus centenarios palacios imperiales fueron devastados. Fue precisamente por este asedio europeo que en 1853, cuando una rebelión de fundamentalistas cristianos chinos guiados por un autoproclamado mesías, Hong Xiuquan, conquistó Nanjing, la segunda ciudad de China, Marx concluyó que el colapso de los Qing desencadenaría, por la importancia del tráfico de opio para las potencias occidentales, la crisis del sistema industrial capitalista. Esto jamás sucedió.

El contexto de la segunda es la reciente desaceleración de la economía de China desde niveles sostenidos de dos dígitos, que pocas veces, si alguna, habían sido vistos en la historia del capitalismo; y en una China que pocas veces había sido tan políticamente estable como ahora. Ruchir Sharma sostiene, correctamente, que los problemas acumulados de la economía -un sistema bursátil inestable, un nivel de deuda cada vez mayor y la caída en su producción de manufacturas, por mencionar tres- han detenido el boom de crecimiento de China. Pero concluye, repitiendo un error causal similar al de Marx hace 150 años, que el aleteo de una mariposa en Pekín desatará una tormenta en Nueva York. Específicamente, que una reducción del crecimiento de China a una tasa razonable para un país desarrollado, o casi desarrollado, o en vías de desarrollo, en todo caso una tasa perfectamente normal, llevará al mundo a la recesión. Es una conclusión sobredimensionada.

¿Pero qué son tasas normales de crecimiento? ¿De qué cifras estamos hablando? Ese es uno de los meollos del asunto.

El gobierno de China dice que unas tasas normales, o la "nueva normalidad" según su jerga pseudocomunistoide, es de aproximadamente 6,5%. Es precisamente lo que el gobierno ha dicho que la economía crecerá durante el 2016, e incluso durante los cinco años siguientes. Los optimistas no sólo le creen a estas cifras, sino también a que la economía china, por sus dimensiones, y por una propiedad medio esotérica que le atribuyen al hecho de que China es "diferente", que tiene características que los occidentales no alcanzamos a comprender, la economía crecerá al ritmo que lo establezca el Partido Comunista. Si bien la economía no es una ciencia, tampoco es una escuela mística, y se rige bajo por las leyes del sentido común y los principios matemáticos. Dos y dos nunca serán cinco, y una deuda es una deuda. Esto se aplica aquí, en Cafarnaúm, y en China.

Una de las primeras lecciones de quienes estudian la economía china es que las cifras oficiales del gobierno chino no son de fiar. El crecimiento real probablemente es menor a 6,5%, como lo sugiere por ejemplo el cambio tan drástico en sus tasas de interés. El crecimiento es, según los cálculos que más confianza me generan, entre 4 y 6%, tirando hacia lo bajo. Michael Pettis, un economista de la Universidad de Pekin, dijo en una entrevista que hice recientemente que el crecimiento probablemente caiga a 0,5% al año, y se mantenga en 2 o 3%. La cifra le pareció razonable a otros economistas expertos en China que consulté.

Pero esto no quiere decir que China está al borde de una crisis económica, ni que el dragón chino haya mutado en oso panda, especie en vía de extinción. Para el sistema financiero internacional quizás sea más peligroso exagerar el problema que no verlo, aunque lo ideal sea reconocer sus probables dimensiones, ya que el hermetismo del gobierno chino dificulta conocer las reales.

[Crédito foto: Helen H. Wang]

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