La comunidad LGBT en China, que ha sido estigmatizada durante décadas, está ganando varias batallas y busca salir vencedora en la guerra contra la discriminación y la desigualdad en el país.
Pride, una película inglesa sobre la comunidad LGBT, fue la fuente de inspiración para que Sun Wenlin, un joven de 27 años que trabaja para una compañía de tecnología, y Hu Mingliang, un guardia de seguridad, decidieran que era hora de casarse. “Después de ver la película, le pregunté, ¿‘nos casamos’? y él respondió: ‘Sí, hagámoslo’”, dijo Sun en entrevista con CNN.
En junio del 2015, un año después de conectarse a través de la red, fueron a la oficina local de asuntos civiles de Hunan para formalizar su relación. Sin embargo, las cosas no fueron color rosa y, bajo el pretexto de que solo las parejas heterosexuales se podían casar, las autoridades rechazaron el registro de matrimonio.
Foto: CNN
La pareja no se dio por vencida y, en diciembre del año pasado, Sun entabló una demanda contra la oficina de registros por haber negado su unión. Para su sorpresa, la Corte del Pueblo del Distrito Changsha Furong de Beijing aceptó el caso, y programó una audiencia para el 28 de enero. Pero otro baldado de agua fría cayó cuando, sin explicación alguna, la Corte informó que la audiencia debía ser aplazada.
Sun se sintió impotente y el abogado del caso, Shi Fulong, tampoco pareció estar muy optimista en cuanto al resultado. No obstante, el hecho de que una corte haya aceptado la demanda es un avance y le da más relevancia al matrimonio entre parejas homosexuales. “Si perdemos, significa que China discrimina abiertamente a la comunidad gay a nivel legal”, le dijo Sun a CNN.
En 1997, la homosexualidad dejó de ser penalizada en China y, en 2001, fue eliminada de una lista oficial de enfermedades mentales de tratamiento clínico. Desde entonces, la comunidad LGBT ha estado luchando constantemente por derechos igualitarios. Las manifestaciones se hicieron más evidentes el año pasado, después de que Estados Unidos legalizara el matrimonio homosexual en todo el territorio nacional.
Uno de los casos más sonados fue el de Wan Qing, una joven egresada de la Universidad Sun Yat-sen de Guangzhou que, durante su ceremonia de graduación, decidió apoderarse del escenario y “salir del closet” públicamente. Wan, cobijada por una bandera arcoíris, contó con el apoyo del presidente de la universidad, quien la abrazó y luego la acompañó levantando un puño solidario con la comunidad LGBT.
Foto: Mirror
“Soy lesbiana y espero que la legislación del matrimonio gay no sea un final sino un punto de partida para los derechos igualitarios”, escribió en su cuenta de Weibo, el Twitter de China. “Aquellos que no quieran casarse también merecen respeto”. La publicación se compartió aproximadamente 3.500 veces.
A finales de septiembre ocurrió un nuevo espectáculo en el metro de Beijing cuando otro joven gay se arrodilló, sacó un reloj, y le propuso matrimonio a su pareja. Varios espectadores capturaron el momento con sus teléfonos celulares. “Hoy invito a todas las personas que conozco, y a las que no, a ser testigos”, se puede escuchar en los videos.
A pesar de que hubo un puñado de personas que gritaron “asqueroso” o “pecado”, la propuesta fue recibida con una lluvia de aplausos y voces de aliento: “estén juntos”, “acepta”, y “bésalo”, fueron algunas de las frases más entusiastas. Los videos publicados en las redes sociales chinas fueron compartidos más de 10.000 veces.
Según una encuesta realizada en el 2015 por Pew, un grupo de investigación estadounidense, 61% de los chinos considera que la homosexualidad es inaceptable. Puede que las nuevas generaciones estén más abiertas, sin embargo, para los más conservadores el hecho de ser gay aún es estigmatizado y el matrimonio entre parejas del mismo sexo sigue siendo un tabú.
Incluso, en agosto del año pasado, Chen Qiuyan, otra estudiante lesbiana de la Universidad Sun Yat-sen, demandó al Ministerio de Educación por permitir la publicación de textos académicos que argumentan que los gays y lesbianas sufren de un desorden mental y deben ser “curados”.
La discriminación también ocurre desde la familia, que no quiere perder la descendencia, y muchos jóvenes han optado por celebrar matrimonios falsos por conveniencia económica o social. Según medios locales, en China hay 16 millones de mujeres casadas con homosexuales.
También se conocen historias de familias que encierran a sus hijos en casa o, en casos más extremos, de padres que acuden a clínicas especializadas en terapias de “conversión”, en las que los pacientes son sometidos a descargas eléctricas diseñadas para “curar” la homosexualidad. Científicamente, nunca se ha comprobado que las terapias de electroshock sean un método efectivo.
Mientras Sun Wenlin y Hu Mingliang esperan ansiosos a que la Corte de Beijing les otorgue una audiencia, cientos de homosexuales chinos se llenan de coraje para “salir del closet” y enfrentarse a los estigmas de la sociedad china.
“Espero que cuando la gente vea a los gays o lesbianas tomándose de la mano en la calle no los vean como fenómenos o miren curiosamente por encima del hombro”, dijo Sun a CNN. “Nosotros somos tan normales como el resto de la gente”.
[Crédito foto: secondnexus.com] También puedes leer:
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