Durante esta semana, el mandatario chino, Xi Jinping realiza su primera visita estatal a Estados Unidos. Dentro de su agenda se encuentra una pequeña gira por tres ciudades de la Unión Americana: Seattle, Washington y Nueva York. Pareciera que cada una de las escalas que hará tiene un objetivo claro, pues la visita y la comitiva empresarial y política responden a los temas centrales en la relación entre ambos países.
Del dilema de seguridad al idealismo, de la retórica al pragmatismo
Esta visita de Estado llega en un momento no muy alentador, pues el contexto económico y aspectos de seguridad han sido fuentes de expectativas en la opinión pública sobre qué tan sana es la relación entre China y Estados Unidos. Por un lado, la prensa internacional y estadounidense señalan que hay puntos críticos que Xi y Obama tienen que poner sobre la mesa; y por el otro, los medios chinos dejan ver la importancia del evento, pero al mismo tiempo se ha manejado un bajo perfil y buena voluntad, que entran en competencia discursiva y carismática con la visita del Papa Francisco a Estados Unidos, ya que en ambos casos el mensaje es de “paz”.
La pregunta inicial es: ¿Por qué es tan importante este encuentro? De inicio cabe mencionar que las últimas ocasiones en la que ambos mandatarios han coincidido no han tenido el contexto que tiene ésta en particular. Por ejemplo, se puede recordar la reunión del Foro APEC del año pasado, en donde la participación de Estados Unidos fue gris y lo más relevante fue la manera en que Obama masticó chicle en Beijing.
La llegada de Xi Jinping, un presidente que ha sido comparado con grandes mandatarios chinos del pasado, trae consigo la develación de la postura china ante los temas más importantes de su agenda y de política internacional. Por lo tanto, lo que esta visita provoca es generar un diálogo sobre el futuro de la seguridad, que va desde su acepción tradicional hasta tópicos de índole económica.
Dentro de este rango encontramos puntos críticos como: el futuro de la economía china y sus impactos en la dinámica económica internacional, la creciente tensión entre China y Japón ante la reciente reforma militar japonesa, las contradictorias intenciones de paz- guerra en el Mar del Sur de China y el ciber-espionaje a Estados Unidos. Sin lugar a duda, son muchas respuestas las que tendrá que dar Xi Jinping, de las cuales de antemano se sabe que el común de éstas será el mercadeo del Sueño Chino a través de la paz.
Entonces esta gira por Estados Unidos se convierte en un examen para el presidente Xi, en donde tendrá que dar cátedra del arte de gobernar y la diplomacia. En palabras de Raymond Aron (1962), el mandatario chino tendrá como objetivo hacer creer a Estados Unidos, y al resto del mundo, que sus intenciones son de diálogo y no de coacción. Para que esto se pueda materializar, Aron menciona que siempre debe permanecer un sentimiento de libertad por parte del adversario, aunque no descarta como estrategia final el uso de la fuerza.
En el caso del tema central en Washington, que es el ciber-espionaje, existe mucha presión para que se pueda llegar a un acuerdo por ambas partes. Lo interesante de esta reunión será el giro que dará Xi para firmar y ceder lo menos posible, y establecer o negociar con Estados Unidos la responsabilidad conjunta sobre la gobernanza global y la seguridad internacional que, en pocas palabras, lo que busca es el reconocimiento por parte de los americanos sobre el poderío chino hacia la construcción de un nuevo orden internacional. Por eso la reunión con Barack Obama será la antesala al discurso que dará en la Asamblea General de Naciones Unidas, en donde reafirmará el mensaje de buena voluntad y el protagonismo que tiene China en la agenda internacional.
Ante todo esto, pese a lo complejo de la relación sino-americana, es lejana la idea de que después de esta gira oficial ambos países entren en mayor tensión, pues la parada en Seattle deja en evidencia el incremento de la interdependencia económica entre estos dos países. Por lo tanto, esta complejidad seguirá siendo el punto más interesante en la relación en función de cómo ambos líderes mantienen en bajo perfil sus obvios intereses nacionales, que seguirán así hasta que sus debilidades se conviertan en poder y se dé un balanceo que materialice el nuevo orden.
[Crédito foto: Yahoo]
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