Catalina Arciniegas, la estudiante colombiana de Tsinghua que hace unas semanas compartió con China Files una crónica de su viaje por la provincia de Gansu, al tiempo que escribe sobre cuatro comportamientos que todo turista extranjero debe enfrentar cuando viaja por China, detalla algunas de las particularidades más notables de los viajeros chinos.
El primer día de viaje empieza con un típico ajetreo en el metro de Beijing. En mi cabeza sabía que iba a ser un viaje difícil, pero no calculé que empezaría a tener problemas tan solo para llegar a la estación de tren de esta ciudad, en la que ya había vivido por más de cuatro meses. Después de tener que embutirme en tres líneas de metro distintas, y de soportar miles de empujones, por fin logro llegar a la estación de tren. Abro mi mochila para comer mi desayuno y me doy cuenta de que se ha hecho boronas en el camino debido a los empujones. Por fortuna, al estar en el tren y salir de la batalla en el transporte público, empiezo a recordar la razón por la cual decidí viajar por China: sus personas y costumbres.
En el tren, los individuos preparan noodles instantáneos y llenan sus termos con agua caliente para librar el sabor de las hojas de té. Mientras busco mi silla me saludan con un caluroso “hi” y me piden fotos, haciéndome sentir como una celebridad. Llego a mi puesto y me preguntan de dónde vengo, al decirles que de Colombia se quedan pensativos. Les digo que queda cerca a Estados Unidos y se emocionan. El resto del camino transcurre mientras compartimos historias y me regalan frutas.
Para viajar por China hay que estar preparado para cinco cosas: quedarse sin espacio personal, tomarse fotos con extraños, regatear todo el tiempo, aceptar la generosidad, y deslumbrarse con las particularidades del turista chino. Aunque algunos de los ítems anteriores no suenan atractivos, son algunas de las cosas que hacen único un viaje por China.
Mujer con mascarilla en una estación de tren en la madrugada
Perder el espacio personal
China es un lugar que tiene muchos lugares por visitar y, así como los extranjeros quieren conocer estos lugares, los chinos, que constituyen la población más grande del mundo, también desean visitarlos. Esto significa que cualquier lugar catalogado en una guía turística va a estar copado de excursiones chinas. Cuando decidí escalar la montaña Hua Shan, una de las montañas sagradas de los budistas, tenía en mi cabeza caminar durante tres horas por un sendero desolado hasta llegar a un pico silencioso rodeado por naturaleza. Para mi sorpresa, me encontré con un embotellamiento de personas, en especial en las partes empinadas del sendero, y un pico de una montaña que se parecía al centro de Bogotá. Este fenómeno ha sido etiquetado por algunas guías turísticas como el “beso de muerte” del turismo chino.
Además del exceso de turistas, hay que estar preparado para las multitudes en los medios de transporte. En una ocasión, había tantas personas en el corredor del tren que era casi imposible llegar al baño. Esto sucede porque, además de las sillas y camas, se pueden adquirir tiquetes para viajar parado. Lo anterior se traduce en sentarse en los corredores o en apoyarse sutilmente en el borde de las sillas y progresivamente abrir espacio para más personas. Yo fui víctima de esto último, y terminé sentada con tres personas (cuatro, si cuento al niño que iba en las piernas de su madre), donde se suponía que sólo debían ir dos.
Fotos con extraños y amistades instantáneas
Caminar por China muchas veces lo puede hacer sentir a uno famoso. Las personas comienzan a murmurar cuando ven a un extranjero y luego se acercan para pedir fotos. En una ocasión, al entrar al cuarto del hostal en el que iba a pasar la noche, las niñas con las que debía compartir la habitación comenzaron a aplaudir y a gritar wàiguó péngyou (amigo extranjero). Por supuesto, en el transcurrir de los siguientes días, fui sometida a un estudio fotográfico con el grupo.
Además del apresuramiento por tomarse fotos con extranjeros, los chinos también suelen pedir, de manera casi instantánea, el nombre de usuario en WeChat (la principal red social en China). Al principio no me sentía cómoda dando mis datos a extraños, hasta que descubrí que las personas que le daban heart a mis fotos (el equivalente a like en Facebook), no eran mis amigos colombianos en Beijing, sino todos los chinos que había conocido en el camino. Más aún, tener a todos estos extraños en mi red, terminó por ser un gran medio para ver las fotos que me había tomado con anterioridad.
Regatear
En las plazas de mercado, mercados de pulgas y taxis los precios no son fijos, y es por esto que se debe regatear. Mínimo, los chinos doblan el precio cuando ven que se trata de un extranjero. Estos precios flexibles también dan paso a otro tipo de pagos como el trueque. Por ejemplo, un taxista me ofreció transporte a cambio de que escribiera un buen review sobre su servicio en internet.
Generosidad que incomoda
Los chinos son personas que se alegran al ver a turistas en su país, y suelen ser muy generosos con los extranjeros. Mientras almorzaba en un restaurante en Xining, se me acercaron dos meseros jóvenes que querían practicar su inglés. En la mitad de la cena, descubrí a la dueña del lugar tomándonos fotos desde la distancia. Después de un par de semanas en China, no me extrañé. Cuando la propietaria no me dejó pagar la cuenta, entendí que los meseros eran sus hijos.
Cena a la que fui invitada por mis compañeros de hostal
La generosidad de los chinos no es solo material. En una ocasión, el tren en el que iba se quedó varado por 10 horas, y varias personas tuvimos que bajarnos para buscar otro medio de transporte. Al verme angustiada, una de esas personas, porque debía alcanzar un tren en otra ciudad, se dispuso a ayudarme a llegar lo más pronto posible. Tenía miedo de que me fuera a cobrar o robarme la maleta, pero fui sorprendida. A pesar de que ella ya había perdido la cita a la que debía llegar, corrió conmigo por todas las calles, cargó mi maleta (a pesar de que insistí en que no lo hiciera) y negoció el transporte. Como si fuera poco, al despedirnos, me contó que había perdido una cita para ver a su escritor favorito. Sacó el libro que quería que le firmara el autor, me lo regaló, y me dijo que, a pesar de todo, había sido un gran día.
Curiosidades del turismo chino
Los turistas chinos no son como cualquier otro turista. Estas son algunas de sus particularidades:
1. Cámaras y selfie sticks: para los chinos, un viaje no vale la pena si no quedan fotos, en especial, si no quedan selfies. Es por esto que los vendedores ambulantes, ni cortos ni perezosos, están en la entrada de todos los lugares turísticos vendiendo los valiosos instrumentos que permiten capturar este tipo de imágenes: los selfie sticks.
2. Miedo al sol: los chinos saben muy bien la diferencia entre una sombrilla y un paraguas. La sombrilla está hecha para impedir el paso de los rayos UV y por eso deben estar recubiertas de aluminio. Sin embargo, las sombrillas no son suficientes para protegerse de las amenazas del sol, también se debe cubrir cada centímetro del cuerpo con tela. Sin importar la temperatura, usan chaquetas, guantes, máscaras, y bufandas para cuidar su piel. Cabe mencionar que el miedo al sol y la actividad fotográfica incesante a veces entran en conflicto; en varias ocasiones vi sombrillas enredadas con los selfie sticks.
Mis compañeras de viaje en el desierto del Gobi a 40º
3. Vanidad: algunas mujeres chinas son muy vanidosas y se les puede ver usando tacones, incluso, cuando están escalando una montaña. Asimismo, se ven mujeres con mascarillas en los trenes o estaciones de tren. Esto último puede resultar miedoso para algunos niños.
4. Disfraces y poses en las fotos: a los chinos no solo les gusta tomarse fotos, sino que les gusta tomarse fotos con estilo. Por esta razón, en muchos lugares turísticos se pueden alquilar disfraces que sean representativos del lugar. Además de los disfraces, las poses son esenciales, y nunca será suficiente una sonrisa.
Mujeres con atuendos del Tíbet cerca al monasterio Ta’er, Xining
5. La higiene no es cuestión de intimidad: en este país es bastante común ver actividades, que un occidental asocia al espacio personal, al descubierto. Algunos ejemplos son cortarse las uñas en los buses, eliminar las flemas en la calle o llevar a los niños al baño en las canecas públicas.
Viajar por China no es sólo conocer lugares icónicos, también es interactuar con una población curiosa por el mundo occidental, aprender a tolerar hábitos a los que estamos desacostumbrados, y encontrar humor en las diferencias culturales. La lista anterior se queda corta para describir un viaje por China, y describe superficialmente a sus personas y costumbres. Más bien, se trata de un intento por mostrar, a través del humor, cómo aquello que ha sido considerado como desagradable, incómodo y/o extraño del turismo en China, también puede llegar a ser fascinante.
[Fotos: Cortesía de Catalina Arciniegas] También puedes leer:
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