Fue en apenas doce meses. Sin que nadie lo advirtiera, el mercado de valores chino se deslizó de un robusto crecimiento a una burbuja financiera que puso contra las cuerdas a los pequeños ahorristas, que pasaron de la confianza al terror sin transición.
La Bolsa de Shanghai creció el 150% desde mediados de 2014, quizá demasiado bueno para ser cierto. La bonanza se vino a pique desde mediados de junio pasado, cuando el país entero entró en pánico y los mercados se desplomaron en cuestión de días.
Las acciones chinas perdieron en total más de tres billones de dólares, cifra superior al valor del mercado accionario de Francia. Para algunos analistas, se trata de una volátil situación financiera comparable ni más ni menos que con la crisis de Wall Street de 1929 que precipitó la Gran Depresión.
"Después de más de una década de crecimiento frenético y una extraordinaria creación de riqueza y excesos, ambas economías -Estados Unidos en 1929 y China en la actualidad- se encuentran en etapas similares de desarrollo económico", escribió Jeremy Warner, uno de los principales analistas económicos de Gran Bretaña. "El dinero tomado en préstamo, o la inversión con financiamiento del corredor, desempeñó un papel muy importante en estos dos brotes de exceso especulativo."
A pesar de la desaceleración del gigante asiático, millones de chinos aprovecharon el hecho de que el gobierno, para promover las inversiones en el mercado accionario, flexibilizara sus políticas y permitiera mayores operaciones de margen para los corredores de Bolsa.
"Adicionalmente, estos dos booms se explican en parte por un crecimiento extremadamente rápido del crédito", dijo Warner.
"El efecto que se dio en los inversores individuales en China después de obtener enormes cantidades de dinero en préstamos es un episodio similar al de la crisis de 1929 en Estados Unidos, especialmente para aquellas personas que invirtieron fuertemente en el pico", explicó Darrell Duffie, profesor de Negocios y Finanzas de la Universidad de Stanford.
Según la agencia Bloomberg, entre junio de 2014 y mayo de 2015 se abrieron más de 40 millones de cuentas en el mercado de valores de China. La mayoría de los inversores pertenecían a la clase media y abarcaban desde taxistas y estudiantes de universidad, hasta campesinos que vendieron sus tierras para poder comprar acciones. De acuerdo con una encuesta realizada el año pasado por el Centro de Investigación sobre Finanzas Domésticas en China en más de 4000 hogares, muchos de los nuevos inversores ni siquiera habían terminado de cursar el bachillerato.
"A pesar de sus pérdidas, no hay necesidad para que haya pánico entre los inversores experimentados -dijo Nicholas Hope, del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Stanford-. Sin embargo, el pánico sí es justificable para los pequeños inversores que compraron en el pico del mercado y ahora están perdiendo la mayoría de sus ahorros."
Y más allá de los parecidos con el crash de 1929, la historia no necesariamente se repetirá. El profesor Duffie señaló que el impacto general del desplome de los precios en China probablemente sea mucho menor que el del mercado norteamericano de aquel entonces. "Las consecuencias no serán tan graves gracias a que los precios en las acciones aún se encuentran en un punto muy superior con respecto al año pasado [más de 80%] y el gobierno chino tiene un arsenal de recursos para apoyar la economía nacional", señaló.
Cuando se vio que la burbuja estaba por estallar, el gobierno del Xi Jinping lanzó una campaña o "lucha patriótica", no sólo para detener la caída de las acciones y aliviar el pánico en el mercado, sino para devolverles la confianza a los inversores.
Algunas de esas medidas fueron recortar las tasas de interés a un mínimo histórico de 4,85%, prestar 42.000 millones de dólares a 21 agencias de valores para comprar acciones, suspender la cotización de más de la mitad de las firmas que cotizan en Bolsa y detener cualquier oferta pública inicial.
Los esfuerzos parecen haber surtido efecto y los últimos cierres de las Bolsas de Shanghai y Shenzen no presentaron variaciones fuera de lo normal. Tampoco se vieron consecuencias graves en la economía china ni en los mercados internacionales. Según Capital Economics, una de las principales compañías de investigación macroeconómica en el mundo, sólo 1,5% de las acciones chinas se encuentran en manos extranjeras.
En 2013, Xi Jinping dijo: "La prosperidad de China debía basarse en la economía real y no en burbujas". Sin embargo, dos años después el mercado accionario comenzó a mostrar síntomas de que en efecto se trataba de una burbuja financiera, contradiciendo todo lo que había dicho el presidente.
"Episodios como éste han ocurrido en el pasado y probablemente volverán a ocurrir -concluyó Nicholas Hope-, aunque una base de inversores cada vez más conocedores podría ayudar a reducir el tamaño tanto de las burbujas como de las correcciones."
Artículo producido para La Nación, Argentina
[Crédito foto: mashable.com]
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