El gobierno de China condenó a pena de muerte a 8 personas acusadas de terrorismo, que formaban parte del movimiento independentista uigur, en la provincia de Xinjiang. Los condenados fueron juzgados por los ataques con arma blanca y explosivos que ocurrieron en Urumqi durante la primavera.
La provincia de Xinjiang, que en chino quiere decir “nuevo (xin) territorio (jiang)”, es el escenario donde se libra el conflicto entre uigures y han, representados por los movimientos independentistas y el gobierno central de China, respectivamente. La polarización de la situación ha radicalizado a algunos uigures independentistas, que en posiciones extremas optan por el uso del terrorismo como arma política. En el marco de un panorama que no es nada sencillo, pues no todas las posiciones uigures son extremas (y la mayoría incluso clama por mayor autonomía, pero no por independencia), ocurrieron los ataques terroristas por los que 8 personas fueron condenadas a muerte este lunes, como anunciaron los medios oficiales de China.
El primero de los atentados ocurrió en abril, cuando un grupo de hombres atacaron una estación de tren en la ciudad de Urumqi, capital de Xinjiang, que dejó 3 personas muertas y 79 heridas. El otro atentado ocurrió en mayo, cuando atacaron con explosivos el mercado central de la misma ciudad, evento que dejó 39 personas muertas.
Además de los 8 condenados a pena de muerte, otras 5 personas recibieron “suspensión de pena de muerte”, que, palabras más palabras menos, en China significa cadena perpetua. A este grupo se suman otros 4 individuos que recibieron penas inferiores. Los condenados formaban parte del Movimiento Islámico de Turquestán del Este, uno de los movimientos separatistas a los que se les han atribuido acciones terroristas en otras ocasiones.
En octubre otras 12 personas fueron condenadas a pena de muerte, y 15 a cadena perpetua, por el ataque a la estación de policía del condado de Yarkand en julio. En este hecho, el más violento desde 2009, murieron 97 personas.
Estos casos son una muestra de la ola de violencia que se ha intensificado en la región durante los últimos dos años. Solamente en el segundo semestre del 2014 han condenado a muerte a 52 personas en Xinjiang por delitos relacionados con terrorismo, de las cuales 33 sentencias han sido hechas públicamente.
La provincia de Xinjiang es el lejano occidente de China, donde habita la etnia uigur, más cercana a sus primos musulmanes de Kazajistán, Turkmenistán y Kirguistán –países con los que colinda– que con los han, la etnia mayoritaria de China.
La violencia en esta región, que es casi un 20% del territorio del país, surge por el choque entre uigures y han, puesto que la etnia de origen turco-musulmana lleva luchando desde la época imperial por su independencia. Pero esta región resulta geopolíticamente estratégica para China por su ubicación en Asia Central y sus recursos naturales, especialmente los yacimientos de gas natural.
Durante la primera mitad del siglo XX, con la caída de la dinastía Qin y la incertidumbre en la que se vio inmersa China, en la región de Xinjiang se instauró la República de Turquestán del Este que les daba a los uigur autonomía en la antigua provincia imperial. En 1949, cuando el Partido Comunista llegó al poder, el Ejército Rojo chino recuperó el control de la región y la anexó al nuevo Estado chino comunista.
Más adelante, en la década de los sesentas, hubo un segundo intento para independizarse auspiciado por la Unión Soviética. Este movimiento quería fundar la Segunda República de Turquestán del Este, pero al igual que el anterior, fue aplacado desde Beijing.
Es desde esta época que los movimientos islámicos uigures buscan la independencia de una región del tamaño de Pakistán, pobre y olvidada por el Estado chino. Actualmente es reconocida como Región Autónoma Uigur de Xinjiang.
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