La revocatoria del contrato del Gobierno mexicano al contrato para que la empresa China Railway Construction Corporation (CRCC) construyera un tren de alta velocidad por 3.500 millones de dólares puso de manifiesto, al menos en América Latina, la política del ‘soft power’ que la potencia asiática desarrolla desde 1975.
Esta es, a grandes rasgos, la influencia política mediante la cooperación económica, con la construcción de infraestructura ferroviaria, que aplica en unos 60 países.
“Nosotros entendemos que la licitación se canceló por problemas internos de México que no tienen que ver con la parte China”, anunció la Comisión para Reformas y Desarrollo de China. Los abogados de la compañía no han dicho si tomarán medidas legales pero sí es considerado un revés para una compañía que se ha preciado de construir lazos con países del mundo en desarrollo, representativo del ‘soft power’.
La China Railway Construction Corporation se fundó en 1948, durante el ascenso del partido comunista al poder, como un brazo del Ejército de Liberación Popular. Por 60 años la compañía desarrolló poco más del 50 por ciento de la malla ferroviaria actual de China.
En 1975 inició su expansión internacional, cuando construyó el ferrocarril de Tanzam para unir a Zambia con la costa de Tanzania. Este proyecto fue el primero de muchos en las naciones africanas que posicionó a China, en una región antes dominada por Estados Unidos y Europa.
Algunos analistas consideran que a través de estos proyectos China fortalece su política internacional con lo que se denomina la ‘diplomacia de los ferrocarriles’.
“China imagina un mundo con varios focos de poder y siente instintivamente mayor confianza hacia los países emergentes ya que se ha sentido víctima de Japón, EE. UU. y Europa”, dice David Kearn, especialista en análisis de ‘soft power’, en la Universidad de St John’s.
Actualmente uno de los proyectos más importantes es la modernización de las ferrovías nigerianas de 1.350 kilómetros. El proyecto, que comenzó en febrero del 2011, terminaría este año.
Pero esta no es la apuesta más ambiciosa de la compañía en África. El pasado 12 de mayo el primer ministro chino, Li Keqiang, firmó un acuerdo de 3.800 millones de dólares con los presidentes de Kenia, Uganda, Ruanda, Burundi y Sudán del Sur, para construir una línea férrea entre dichos países de África Oriental denominada como tren Panafricano. El proyecto les dará salida al mar a cuatro países, pues la línea termina en la costa de Kenia y sería el más importante de este tipo en el continente.
En América Latina quiere construir un corredor bioceánico entre Perú y Brasil, para unir las costas Atlántica y Pacífica de Suramérica. Este fue uno de los puntos más importantes que se discutieron entre Xi Jinping y su homólogo peruano, Ollanta Humala, en el marco de la reciente Cumbre Apec.
Y mientras que en América la CRCC perdía un contrato, en África ganaba otro. El 20 de noviembre Pekín informó que se había firmado un contrato de 12.000 millones de dólares para construir un ferrocarril que unirá los dos extremos de la costa de Nigeria a lo largo de 1.402 kilómetros.
Artículo producido para El Tiempo, Colombia.
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[Crédito foto: mongolnews]