Ubicadas en el noroeste de China, las cavernas de la región de Loess se hicieron famosas porque Mao Zedong y el actual presidente, Xi Jinping, vivieron en ellas; hoy, se modernizaron y tienen electricidad y agua.
Escondida entre una de las colinas de la Meseta de Loess, un altiplano de tierra polvorienta al noroccidente de China, hay una cueva que fue el hogar de Xi Jinping, actual presidente del país. "Cuando llegué a las tierras amarillas de Shaanxi, a los 15 años, estaba ansioso y confundido. Cuando me fui, a los 22, mis metas de vida eran claras y me sentía lleno de confianza”, escribió el mandatario en un ensayo de 1998 titulado “El hijo de la tierra amarilla”.
En la zona árida de Loess los campesinos de la etnia han, la mayoritaria en China, descubrieron hace más de 2.000 años que vivir en un yaodong, que traduce “cueva horno”, era la forma más práctica para subsistir en esta región. La falta de herramientas para crear estructuras complejas y la facilidad de la excavación, fueron factores que contribuyeron para el desarrollo de las cuevas. La construcción de yaodong se ha transmitido de generación en generación, y hoy estas estructuras ancestrales, que yacen sobre un altiplano de 400.000 kilómetros cuadrados que recorre seis provincias de China, son el hogar de aproximadamente 30 millones de personas.
“De pequeña, antes de ingresar a la escuela, vivía en un yaodong en el norte de Shaanxi con mi familia”, contó Li Ru, una funcionaria pública de 26 años que trabaja en Beijing, “En ese entonces no contábamos con muchas cosas. El transporte y las comunicaciones eran deficientes entre las aldeas, y para conseguir agua teníamos que caminar a un pozo alejado y traerla de vuelta en cántaros. En el patio central teníamos una letrina comunal”.
Los yaodong son bóvedas con entradas semicirculares, como las cavernas prehistóricas, y se pueden construir de dos maneras: la primera es cavando directamente en las laderas de las montañas, y la segunda es cavando un “patio sumergido” de aproximadamente 100 metros cuadrados. Desde las paredes del patio se cavan horizontalmente las habitaciones.
“Pero no todo era malo”, explicó Li quien vivía en un yaodong ‘sumergido’, “las habitaciones se mantenían frescas en verano y cálidas en invierno. Teníamos armarios, una cama hecha con tierra y colchón de paja, y un horno de leña que servía tanto para cocinar como para calentar el cuarto. Además, la vida en el campo era muy tranquila y segura”.
A pesar de que la región de Loess es un yacimiento arqueológico centenario, para muchos chinos, criados bajo valores comunistas, los yaodong tienen un significado más profundo, incluso mítico.
Tal es el caso del presidente Xi Jinping, que en 1968, cuando comenzaba la Revolución Cultural, fue enviado desde Beijing a la remota aldea de Liangjiahe, en Shaanxi, para que aprendiera sobre la vida comunista y para que se alejara de la situación política de la capital, en donde su padre, el ex vice primer ministro Xi Zhongxun, había sido acusado de acciones en contra del Partido durante una de las recurrentes purgas internas de Mao Zedong.
“Los cuchillos se afilan con piedras. Las personas maduran con disciplina. Cuando tuve problemas en el futuro, solo pensaba en lo difícil que era hacer las cosas en aquella época y entonces nada resultaba complicado”, le explicó el presidente Xi a una revista china en 2001.
Mientras que en los debates políticos de Beijing se cuestionaba el futuro de Xi Zhongxun, el segundo de sus hijos era criado bajo las fuertes condiciones del campo, aprendiendo de los pobladores de las colinas de Loess, quienes fueron su familia más cercana por siete años.
En un artículo titulado "El mito de creación de Xi Jinping", publicado en Foreign Policy, John Garnaut, quien fue corresponsal en Beijing del Syndey Morning Herald, argumenta que, "si todo presidente moderno necesita un mito de creación, el de Xi Jinping comienza en las polvorientas mesetas de Loess".
Los museos locales se refieren a Yan’an como “la tierra sagrada de la Revolución China”, pues 30 años antes, Mao Zedong, el líder revolucionario que creó la República Popular China en 1949, se albergó con su Ejército Rojo en un yaodong situado cerca de la ciudad de Yan’an mientras combatía a las fuerzas de Chiang Kai-shek.
El periodista norteamericano Edgar Snow, quizás el intelectual norteamericano más cercano a Mao, explica en su obra de 1937 titulada “La Estrella Roja sobre China”, que las cuevas eran “probablemente el único lugar del mundo donde la educación superior se hacía en aulas antibombas, con sillas y mesas de piedra y ladrillos, y tableros y paredes de piedra caliza y arcilla".
El hecho de que Xi y Mao vivieran por varios años en la cuna de la Revolución, sumado al valor arquitectónico y cultural de la zona, ha catapultado la economía de la Meseta de Loess. Los campesinos que dependían exclusivamente de la agricultura y de la ganadería se dieron cuenta de que abriendo las puertas de sus hogares, además de retribuciones económicas podían obtener beneficios tributarios como parte de un plan del gobierno local para promover el agroturismo.
A pesar de que las mayoría de cuevas mantienen un estilo rudimentario, en 2005 el Comité Nacional de Ciencias Naturales de China introdujo la “arquitectura verde” en el norte de Shaanxi. Yunying Ren, profesora de la Escuela de Geografía, Tierra y Ciencias Ambientales de la Universidad de Birmingham, explicó que "la ‘arquitectura verde’ ha mejorado la luminosidad, ventilación, temperatura y humedad de los yaodong. También se ha preocupado por instalar sistemas sanitarios más sofisticados y por mejorar la decoración de las fachadas y patios”.
Hoy, muchas cuevas cuentan con servicios como agua, electricidad, teléfono y televisión. Las más sofisticadas tienen techos altos, puertas decoradas y mampostería de ladrillos. En la zona de Yan’an hay cuevas que tienen jardines ornamentales. “Pero los yaodong han subsistido gracias a su comodidad, su sistema natural para regular la temperatura, y porque al vivir en una cueva no se desperdicia la tierra de afuera que puede ser utilizada para cultivar”, agrega Yunying.
Gracias a la apertura económica, liderada por Deng Xiaoping a finales de los 70, hoy los chinos pueden tener propiedad privada. Por esto, cuando se habla de los yaodong no es raro hacer referencia a cuánto cuestan y por cuánto se arriendan. Según el portal de clasificados 58.com, una cueva sencilla en la zona de Yan’an se arrienda por $50 USD mientras que una más sofisticada, con mejores servicios, puede tener un precio de $200 USD. En términos de ventas, el metro cuadrado oscila entre $140 y $360 USD, dependiendo de la calidad.
La profesora Yunying explica que “muchos jóvenes consideran que la vida en las cuevas no es algo digno porque genera la idea de que la familia vivió una vida muy pobre. Como consecuencia, las nuevas generaciones han migrado a las ciudades en busca de nuevas oportunidades de trabajo”.
Pero los mayores no se quieren marchar, y con una economía creciente y miles de turistas ansiosos por descubrir "la cuna de la Revolución de China", el recuerdo de Mao seguirá palpitando en las cavernas de Loess por muchas generaciones más.
Artículo producido originalmente para La Nación, Argentina, con el título: China insólita: más de 30 millones de personas viven en cuevas
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[Crédito foto: La Nación]