Después de visitar Hong Kong, Raquel Isamara León de la Rosa, profesora de Relaciones Internacionales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, quiso explicar los últimos acontecimientos y las manifestaciones en la región administrativa especial. Esta reflexión parte de su experiencia, la Historia, y el hecho de que China y Hong Kong no son lo mismo.
En días pasados tuve la oportunidad de visitar Hong Kong, mi primera impresión (después de estar viviendo en Guangzhou), fue la idea de una ciudad “estero”, es decir una mezcla entre oriente y occidente debido a su conformación política, social, económica y cultural. Definitivamente al llegar a la estación de tren de Hung Hom, el ambiente que se percibía era totalmente ajeno al de China continental. Es claro que en ambos lugares el capitalismo se encuentra presente, sin embargo, la dinámica social era distinta. Muestra de ello fue que mientras en Cantón me fue imposible poder concretar una conversación con algún compañero de asiento en el metro o tener un diálogo más allá de lo básico, en Hong Kong tuve la experiencia de que un joven citadino se acercó a mí para compartir alimentos, y más aún aceptó parte de mi comida: eso indica que definitivamente no era China. En una frase, era estar en territorio chino con personas no chinas.
Después de algunos días de perderme en la isla, observé ciertos aspectos que parecerían imposibles ante los ojos de un occidental. Ejemplo de ello es el tema religioso, presenciar una serie de edificios católicos o la dinámica de la gran comunidad musulmana se convierten en situaciones que ante la discreción y la privacidad de la estructura tradicional china no son tan comunes. Al regresar a Guangzhou, pregunté a alguien en la universidad sobre algunos aspectos en Kowloon, a lo que él me respondió “¡Allá es otra cultura!”.
Bajo éste preámbulo, retomo los acontecimientos recientes en Hong Kong. Para ello es necesario destacar dos puntos:
1. Hong Kong es una de las dos Regiones de Administración Especial dentro de la República Popular de China, fundamentada en la “Ley Básica de la Región Administrativa Especial de Hong Kong”, dotando de una autonomía parcial a la zona.
2. La presencia británica se inició con el tratado de Nanjing de 1842 y se terminó el 1° de julio de 1997, cuando se dio la soberanía a la República Popular de China, situación que habla mucho de lo traumático que ha sido para la sociedad identificarse como chinos.
Habiendo señalado estos dos aspectos, es interesante precisar el impacto de las manifestaciones en Hong Kong. La primera pregunta a responder es ¿quién?, el nombre del movimiento es “Occupy Central”, formado principalmente por estudiantes que luchan en pro de la democracia. Dentro de esta tensión, el punto de quiebre entre la sociedad hongkonesa y Beijing radica en la manera en la que se pretenden realizar las elecciones para 2017, ya que los habitantes abogan por la realización de elecciones abiertas. Este esquema de “minzhu”, o democracia, es totalmente contrario a los intereses del Partido Comunista, que busca un acercamiento al paradigma continental como proceso de integración final.
Otro aspecto interesante dentro del movimiento de desobediencia civil, son los parecidos en roles y estructuras que tiene con el “Movimiento de 4 de mayo”. ¿Por qué? Los actores principales y el modo de operación emulan a dicho acontecimiento:
1. Origen: ambos movimientos se gestan del descontento de cierto sector (intelectual) ante el sentimiento de falta de representación política y de respeto de identidad. Llevándonos a un dilema de seguridad societal, generando una vulnerabilidad en ambas partes en tensión.
2. Líderes: La figura de académicos, en el caso del “Cuatro de mayo” bajo Chen Dixiu y Li Dazhao, ambos profesores de la Universidad de Beijing. “Occupy Central” es liderado por Benny Tai y Chan Kin-man, académicos de Derecho y Sociología, y Chi Yiuming, ministro religioso.
3. Masas: Como se mencionó en líneas anteriores, es la juventud la que ha tomado la ciudad para hacerse escuchar, para determinar su futuro.
Cabe mencionar que Hong Kong se convierte en un factor más delicado dentro de la seguridad interna de China. Ante la “burbuja china”, el impacto que tienen las imágenes de las manifestaciones se genera más al exterior, mostrando la debilidad de Beijing ante el sistema internacional y dejando endebles (momentáneamente) las aspiraciones hegemónicas del presidente Xi Jinping. Lógicamente un punto de empatía entre “Occupy Central” y occidente es la promoción de los valores democráticos, situación que en días próximos veremos transformada en “marketing político” anti- opresión china. Sin embargo, un factor importante para la evolución de la tensión y la influencia que pueda tener el exterior en él, será que a diferencia de movimientos que se puedan dar en otras latitudes, “la policía del mundo” no podrá tener injerencia directa más que la discursiva. Esto debido a que los sucesos se están presentando en China, lo que quiere decir que la capacidad de agencia del exterior es limitada ante la estructura que representa el Partido Comunista Chino, más aún reforzado por el discurso de respeto a la soberanía.
Sin embargo, como reflexión final señalo y reafirmo que tratar de construir un nación fuerte, necesariamente requiere de una sola estructura gubernamental. La división administrativa china en varios esquemas, siendo las más vulnerables las Regiones Autónomas y las Regiones de Administración Especial, a su vez provoca una fuga en el centralismo democrático chino. Por lo tanto, la agenda interna y externa generada desde Beijing tendrá cada vez más tintes de securitización.
[Crédito foto: Archivo personal de Raquel Isamara León de la Rosa]
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