Hoy, primero de octubre, es un día de celebración en China. Se conmemora el aniversario número 65 de la fundación de la República Popular, cuando Mao Zedong oficialmente bautizó de nuevo al país, terminando así con la guerra civil. En este tiempo China ha sufrido profundas transformaciones, y tanto el Partido como la sociedad han tiendo que amoldarse según los desafíos que significó la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI.
Xi Jinping, actual presidente, no celebra únicamente el legado que heredó de sus antecesores Deng Xiaoping y Mao Zedong; también celebra que tiene en sus manos las llaves del futuro. Entonces, 65 años después, ¿de dónde viene China y hacia dónde va?
La guerra civil que terminó a mediados del siglo pasado se remonta 20 años atrás, cuando el Partido Comunista se organizó en Shanghai y se rebeló contra el Kuomintang –el Partido Nacionalista liderado por Chiang Kai-shek–, que gobernaba el país desde 1911 cuando cayó la última dinastía. Durante esos 20 años los dos partidos combatieron de manera intermitente, pero, cuando la provincia de Manchuria fue invadida por los japoneses en 1931, lucharon juntos para repeler el ataque extranjero. Inclusive, Chiang y Mao se reunieron en 1945 para organizar un gobierno conjunto, plan que fracasó estrepitosamente y recrudeció la guerra.
Tras la avanzada del Partido Comunista, el 1 de octubre de 1949, el Ejército de Liberación entró a Beijing y expulsó al Kuomintang de China continental. Ese día China dejó de ser la República de China, para convertirse en la República Popular de China. Eso es lo que hoy se celebra, el triunfo militar del Partido Comunista y el nacimiento de la nueva nación.
Pero no todo fueron victorias y celebraciones, los primeros años en la etapa maoísta estuvieron enmarcados por la precaria situación económica y la violencia.
A nivel económico el país se encontraba pasmado, con una población eminentemente rural y altos niveles de pobreza. Para hacerle frente a esta situación, Mao implementó la política del Gran Salto Adelante entre 1958 y 1961. Esta buscaba transformar la economía pasando de un sistema rural a uno industrial, y así colectivizar al país; es decir, que China producía lo que necesitaba a puerta cerrada. Este modelo, que funcionó en la URSS, fracasó en China por la falta de infraestructura y aisló al país del mundo.
El otro gran movimiento que surgió en esta época fue la Revolución Cultural. En 1966 Mao promulgó esta iniciativa que buscaba afianzar las doctrinas comunistas en el pueblo, y hacer una purga de "capitalistas" dentro del mismo Partido. Esta “reeducación” del pueblo chino fue hecha por medio de la fuerza, y les costó la vida a intelectuales y disidentes.
Con la muerte de Mao, el 9 de septiembre de 1976, terminó el periodo maoísta, y dio paso a la apertura económica. Esta etapa fue encabezada por Deng Xiaoping, el otro padre de la República Popular, quien fue perseguido durante la Revolución Cultural y expulsado del Partido por su visión de la economía.
Deng gobernó durante casi veinte años, y fue él quien abrió la economía de China al mundo durante las décadas de 1980 y 1990, en lo que hoy se conoce como la política de “un país, dos sistemas”. Partiendo de la premisa de que “sin importar el sistema de gobierno, igual va a haber un mercado”, Deng impulsó el desarrollo del país, lo industrializó y abrió sus puertas al mundo; puertas que con Mao estuvieron cerradas.
Durante los años posteriores a Deng, China logró una mayor participación del sector privado y entró a la Organización Mundial de Comercio, lo cual impulsó el crecimiento económico. A pesar de esto, y de los cimientos que Deng dejó, poco se habla sobre los mandatarios que lo precedieron. Es más, hoy en día Hu Jintao (2003-2013) y su primer ministro, Wen Jiabao, son recordados a menudo como líderes que, en vez de traer progreso, fueron responsables de los problemas políticos, económicos y sociales de China en los últimos años.
Sin embargo, la administración de Xi Jinping ha sido diferente. Desde que asumió el poder en marzo de 2013, se han registrado altos índices de favorabilidad. Durante su mandato se ha destacado por centralizar el poder, luchar contra la corrupción de políticos y empresarios, y las reformas al Partido que instauró en el Tercer Plenario, celebrado en noviembre del año pasado.
Shi Yinhong, vice decano de la facultad de Ciencia Política de la Universidad de Renmin en Beijing, afirmó que “Xi está dejando huella en el Partido gracias a la prioridad que le ha dado a la política internacional". Con menos de dos años como presidente, ya ha hecho más de lo que hicieron sus antecesores durante todo un mandato.
El gobierno de Xi hasta ahora comienza, y los desafíos en el futuro van a ser pan de cada día. Shi afirma que algunos de los mayores retos que debe enfrentar son “el cambio en la estructura social, y la gran brecha económica que existe entre las ciudades y el campo, y el este y el oeste del país”.
Y concluye que “hay otros problemas que tiene que afrontar China: mantener las buenas relaciones con occidente y sus vecinos, especialmente Japón, comprometerse con los estudiantes, trabajar en la preservación medioambiental, y mantener el crecimiento económico”.
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