Durante la reciente visita del presidente Xi Jinping a Latinoamérica, se hizo énfasis en la competencia entre Estados Unidos y China por tener influencia política y económica en el continente. Sin embargo, pocos en América Latina pronosticaron que menos de una semana después, el competidor más directo de China en la región no sería el vecino del norte sino Japón.
La visita de Shinzo Abe a la región estuvo protagonizada por el impulso dado al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), para sellar pronto el pacto entre 12 países de la cuenca del Pacífico, de los que México, Colombia y Chile son miembros. Xi Jinping, a su vez, impulsó el músculo financiero del grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), apoyando la creación del Banco del Desarrollo, y además la Reserva de Contingencia, que pretende proteger a los Brics de los efectos desestabilizadores que podría generar en octubre el fin de la tercera ronda de relajamiento cuantitativo (QE3), de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Japón procuró acelerar la concreción de ambiciosos pactos comerciales; y China crear nuevas instituciones para el mundo emergente y grandes proyectos de infraestructura, siendo el principal de ellos el ferrocarril interoceánico entre Brasil y Perú.
"La visita de Xi Jinping se hizo resaltando su condición de representante de un país en desarrollo, con una economía emergente y con un claro liderazgo en la promoción de reformas a la gobernanza económica mundial", dijo Ricardo Duarte, Presidente de Cámara Colombo China de Inversión y Comercio. "A su vez, la visita del Primer Ministro Abe se hizo en su condición de economía desarrollada, G7, que busca reavivar más su relación bilateral con ciertas economías con las que tiene relaciones hace más años que China, pero que han estado durmientes en los últimos 20 años".
Brasil es una de las potencias emergentes con las que Japón quiere estrechar lazos para no seguir perdiendo terreno frente a China. A pesar de tener una comunidad japonesa de 1,6 millones de personas, que tan solo en São Paulo representa la diáspora japonesa más grande del mundo, es la primera vez en 10 años que un primer ministro japonés visita Brasil. Entretanto, los líderes de Brasil y China se reúnen, como mínimo, una vez al año desde el 2008, sea en espacios bilaterales o grupos exclusivos, como el de los países Brics.
Japón ofreció apoyo a Brasil en proyectos de ingeniería que incluyen tecnologías para la perforación de pozos petroleros en altamar. La visita también buscó crear un frente común para una reforma al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, órgano del que Japón y Brasil pretenden hacer parte.
Su interés en fortalecerse ante las Naciones Unidas puede explicar la visita de Japón a la cumbre de la Comunidad del Caribe (CARICOM), que se realizó en Trinidad y Tobago. Estos 14 países, por pequeños que sean, representan 14 votos en la Asamblea General de Naciones Unidas. Shinzo Abe dijo que aportaría US$15 millones a los países de esta comunidad. Fue el único lugar de la gira donde anunció ayudas directas.
Japón ha ya cortejado a los países del Caribe, en especial para obtener apoyo en la Comisión Ballenera Internacional, donde recibe duras críticas por practicar la caza comercial de ballenas.
En CARICOM, además, hizo las declaraciones más abiertamente políticas de su gira: "Hay un intento por cambiar el estado de cosas unilateralmente y por la fuerza, y ejercer poder coercitivo en algunas aguas y aires del mundo, incluidos los de Asia", dijo en su discurso. Es una clara referencia a la disputa territorial entre China y Japón por los mares del Este y del Sur de China.
La popularidad de Shinzo Abe ha caído en Japón por el fracaso de sus políticas económicas en la guerra contra la deflación. Su partido perdió a comienzos de este año las elecciones en Okinawa, y en septiembre de 2015 podría correr el riesgo de tener que renunciar al liderazgo, si no invierte esta tendencia desfavorable. El nacionalismo es uno de los ases bajo la manga que tiene Abe, y el conflicto territorial con China es un tema sensible, que despierta pasiones. No es de extrañar que Abe emplee este escenario internacional para favorecer su imagen interna.
La visita de Shinzo Abe a México, Colombia, Chile, Trinidad y Tobago, y Brasil, sobrepone la economía y la política, y ha obligado a líderes latinoamericanos entusiasmados por aprovechar las oportunidades que ofrece Japón, a ser cautos con respecto a anuncios o compromisos que puedan incomodar a su vecino continental. Ahora que Japón sale de su aislamiento diplomático e intenta recuperar un espacio protagónico, serán más evidentes los efectos que los roces entre las dos potencias asiáticas tiene en los países a los que pretenden acercarse.
Una versión de este artículo fue escrita para Portafolio, Colombia.
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