A medida que la economía china crece y las economías europeas y americana se estancan, cada vez más personas ven a este país como una oportunidad de trabajo. Arquitectos españoles, profesores de lenguas del mundo entero, músicos latinoamericanos o ingenieros alemanes: todos han desembarcado en suelo chino en los últimos años. El mercado es hospitalario, pero cada vez más competitivo.
Muchos extranjeros que llegan para estudiar mandarín terminan quedándose al comprobar las bondades de las grandes ciudades chinas, comparadas con el nublado panorama laboral y financiero de sus países. Y vienen de diferentes partes del mundo: desde los vecinos como Vietnam o Tailandia, o de las regiones de Europa más lastimadas por la crisis como España o Grecia, o desde África o América Latina, los nuevos socios chinos.
Llegan dispuestos a asegurarse un rol en la dinámica economía china. En años anteriores, las diferentes empresas chinas aprovecharon la migración extranjera para intercambiar conocimientos específicos en tecnología o gerencia, ubicando al extranjero en buenas posiciones. Hoy, esto ha cambiado debido a la especialización del empleado chino, y por lo tanto, los extranjeros comienzan a trabajar a la par del nivel de los empleados chinos.
En mayo de este año 27 compañías de la provincia de Zhejiang abrieron 142 vacantes para ingenieros, vendedores y directores extranjeros. Para cubrir esos puestos se presentaron más de 200 personas. Detrás de este creciente interés hay varias matices. Hay quienes valoran el costo de vida comparativamente menos costoso de China. Otros valoran la oportunidad profesional de desempeñarse en una de las economías más dinámicas del mundo, desde donde se puede negociar a la par con todos los países del mundo. Y hay muchos, especialmente aquellos que vienen de América Latina, que valoran la seguridad.
“Lo que más valoro de China y que definitivamente no hay en mi país es la seguridad. Es muy importante poder salir a las 2 o 3 de la mañana de una disco sin preocupación. Poder caminar con mi hijo por las calles sin miedo a que me roben”, dice a China Files la empresaria mexicana Denisse Hernández, quien vive en Beijing desde el 2009. De igual forma China está desarrollando sectores que en otras partes del mundo se encuentran estancados, tales como el diseño, la arquitectura y la construcción.
En los próximos diez años, China espera que 250 millones de personas pasen del campo a la ciudad, confirmándose como la mayor migración interna de la historia. Esta migración viene acompañada por el boom inmobiliario para darle cobijo a todas estas personas. Un estándar del urbanismo que se utilizó en Europa luego de la segunda guerra mundial indica que cada persona necesita al menos 10 metros cuadrados de vivienda, con lo que se puede sacar la cuenta de la cantidad de metros cuadrados a construir en los próximos años en China.
A la edificación en las grandes ciudades, se le ha sumado la planeación y construcción de 640 ciudades nuevas en los última década, así como la incorporación de pequeños pueblos a ciudades grandes como barrios residenciales con las últimas tendencias urbanistas. En este campo han llegado muchísimos arquitectos e ingenieros desde España, escapando de la práctica laboral del “mileurismo” (un promedio de mil euros por mes para todos los empleados jóvenes), y del recorte masivo de plazas y oportunidades. Se estima que en solo Shanghai y Beijing, se encuentran trabajando alrededor de 500 arquitectos españoles.
“Trabajar en China para una compañía local no es fácil. La manera de pensar y la dificultad en la comunicación lo hacen muy complicado. La tipología y la escala de los proyectos, el tipo de cliente, la forma de resolución de los problemas y el escaso tiempo de reflexión, son puntos que muestran grandes diferencias con lo que conocemos”, dice a China Files, Laura Zurbano Amo, una arquitecta española que trabaja en una empresa china con más de mil empleados de los cuales sólo dos son extranjeros.
“Poco a poco vas entendiendo su forma de pensar y sus intereses, con lo que muchas veces chocamos, pero hay que ser realista y comprender que ellos quieren aprender de nosotros y de nuestra forma de trabajar en ciertos aspectos y ahí hay que poner todo el esfuerzo. En otros aspectos simplemente hay que entender que es su terreno y nosotros no podemos entrar”, añade.
Otra de las razones para elegir este mercado es que, debido a que ofrece oportunidades en campos jerárquicos y en grandes proyectos, resulta una buena manera de elevar el nivel curricular. “He trabajado en proyectos que por su enorme escala y complejidad, son irrealizables en cualquier otra parte del mundo. Aquí se adquieren muchas herramientas de trabajo que van más allá del mundo de la arquitectura: rapidez de respuesta ante los problemas, intensidad en el trabajo, coordinación en grandes equipos de personal más el idioma y la apertura de mente”, agrega. Incluso ahora hay municipios chinos que han abierto sus administraciones para recibir a empleados extranjeros. La ciudad de Foshan, al sur de China, contrató este mes a cuatro extranjeros para trabajar en sus oficinas como "consultores internacionales de promoción e inversiones".
El objetivo de estos reclutamientos es, según la agencia oficial Xinhua ayudar a pulir la imagen internacional de la ciudad y promover las exportaciones. “La idea revolucionaria del gobierno de Foshan ganó elogios y críticas, ya que muchos siguen siendo escépticos acerca de la sostenibilidad y la legitimidad de la contratación de personal extranjero”, escribe Xinhua.
El paso de la ciudad de Foshan muestra cómo el mercado es cada vez más abierto a los extranjeros y ahora incluso llega -aunque muy lentamente- a áreas públicas en donde antes hubiera sido impensable ver a un foráneo. Al mismo tiempo China intenta elegir a los extranjeros que vienen a desempeñarse a su territorio a través de la legislación del visado. Antes era mucho más fácil para un extranjero conseguir una visa y un permiso de trabajo ahora es cada vez más complicado, salvo para algunos sectores en el que el gobierno busca estimular la presencia de expertos de todos los países. Es por ello que se lanzó el año pasado una ley que promueve de visas especiales para “expertos reconocidos por sus gobiernos provinciales o nacionales, o profesionales que China necesita urgentemente", según se indica en la página del Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Pública. Esta ley propone dos nuevos tipos de permisos de estancia en el país, que son los llamados R1 y R2, para profesionales extranjeros de probada experiencia.
La visa R1 permite residir y trabajar en el país por cinco años mientras que el visado R2 sólo prevé 180 días renovables con múltiples entradas. La educación sigue siendo el sector que más acoge a los extranjeros, en donde la enseñanza de lengua suele ser la actividad pedagógica más requerida. Marthe Vorobiov es una profesora de francés que llegó a Beijing cinco años atrás y aunque ha cambiado tres veces de institución educativa, no ha pasado ni un sólo mes sin trabajo “aquí, una vez que uno se ha hecho una pequeña experiencia en el área de la educación es verdaderamente fácil encontrar trabajo”, dice a China Files. “Cuando terminé la universidad en Francia estuve varios años sin conseguir trabajo en mi campo, mientras que en China han salido nuevas oportunidades todo el tiempo”, agrega.
Artículo producido para La Nación, Argentina
[crédito foto: www.echinacities.com]
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