Grumpy cat da clase de chino

In by Andrea Pira

China está de moda, aprender mandarín también. Esta fiebre por lo chino coincide con un boom en el uso de redes sociales y otras tecnologías para aprender y compartir experiencias de estudio del idioma. No hay más que dar click con las palabras clave para que aparezcan gran cantidad de blogs, páginas de Facebook y vídeos con personas que relatan sus aventuras en China, sus faux pas con los tonos y sus recomendaciones sobre métodos de estudio. Como profesora de chino he decidido compartir algunas perlas de sabiduría que se escuchan cuando se imparte la clase.
Algunas son frases que he escuchado de primera mano, otras provienen de fuentes que permanecerán anónimas y las últimas son simplemente afirmaciones que ya resultan clichés pero que no por eso dejan de resultar graciosas y alarmantes. Aclaro que por lo general no soy partidaria de lo light, aunque sí del humor, la burla y el sarcasmo. Sé que algunos encontrarán ofensivo que me burle de la ignorancia. Vivimos una época muy extraña, en la que se vale decir tonterías y es políticamente incorrecto señalarlas. Los maestros nos vemos obligados a autocensurarnos cada vez más.

Las escuelas nos piden que no “corrijamos” a los alumnos, sino que les “señalemos sus errores, mejor llamados ventanas de oportunidad.” Hace años, el maestro siempre tenía la razón, sus palabras eran incuestionables y los alumnos aguantaban un regaño por no saber contestar correctamente.

Ahora las buenas costumbres exigen que el maestro le señale al alumno que “hay mejores maneras de hacer las cosas”. Vivimos una época en la que las jerarquías se han volteado. (Sin duda, Confucio observa desde el más allá con gesto de desaprobación.)

Si han llegado hasta aquí habrán adivinado que no apruebo este mundo al revés en el que vivimos. Creo que lo correcto sería un justo medio, en el que el maestro imparta su clase sin tiranía y con amabilidad, pero en el que se pueda exigir a los alumnos que estudien, se esfuercen y que tengan la cortesía de leer un poco antes de decir babosadas.

Otro contraste que me parece interesante es que muchas personas mayores con pocos estudios formales tienen mucho más juicio y conocimientos del mundo que los alumnos que pueblan nuestras aulas. No sé de qué sirve que los niños de primaria traigan una tableta inteligente si sólo la usan para jugar y no para aumentar sus conocimientos. Creo que el salón de clases es un lugar al que se va a aprender y que, hoy en día, quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías y a la educación formal están más obligados que nunca a informarse, prepararse y estudiar. De ahí deriva mi idea de que la lista de bobadas que he compilado no debería existir, pues quien llega a un salón de clases ha tenido oportunidad de sobrepasar los prejuicios y la ignorancia. En fin, no se hable más, soy anticuada, tengo ideas que son mal recibidas en el mundo actual y deseo compartir esta lista que a mí me ha arrancado sonrisas, cejas arqueadas y asombro.

1.- Latinajos y pinyin.

“Maestra, ¿ad hoc es pinyin de qué?” Por supuesto que fue una muy buena idea eliminar la enseñanza del griego y el latín. Aquí tienen el resultado.

2.- Una historia muy antigua.

“¿Hay que pedir permiso para entrar a la Ciudad Prohibida?” ¿Estos son los jóvenes que viven actualizados hasta el último tweet?

3.- Oído en la Licenciatura de Relaciones Internacionales:

“¿Dónde está China en el mapa?” Sí, yo también tengo problemas para encontrar cosas que se me pierden. Mi llaves y países gigantescos, por ejemplo.

4.- “No sé si Pekín y Beijing son la misma ciudad…”

Sin comentarios. Nota en el reporte de la alumna: No asistió a la clase en la que se habló sobre sistemas de romanización.

5.- Maestra: La clase ha terminado. (下课) Alumno: Sayonara.

En esta debo aclarar que cuando se le hizo notar al alumno que son dos idiomas distintos (ya lo sabía) y que puede causar poca gracia su comentario debido a que algunos chinos recuerdan acciones poco amistosas por parte de Japón, el alumno contestó: “Es que yo soy muy culto y hablo varios idiomas.” Pero no lee nada sobre la Historia de las naciones que hablan los idiomas que sabe…

6.-“A mi maestra china no le molesta que la salude de besito.”

No, no le molesta, por eso la pobre está congelada de gusto. Este afán tan latino por abrazar a quienes se ha conocido hace poco ha hecho que varios chinos me pregunten mientras son estrechados en apretado abrazo “他是什么意思?”

7.- “Es que los acentos me cuestan.”

Esta es una manía personal. No se llaman “acentos”, caramba, se llaman tonos. Lea su libro, ¿dónde ve que les llamen acentos? Eso sí, nunca he oído a un chino que hable español decir “tono” para referirse a los acentos.

8.- “¿Luego me puedes dar clases de japonés?”

Claro, como es lo mismo que el rumano que tú hablas en tus ratos libres. Ah, ¿no? ¡Pero si también es una lengua romance!

9.- “Me gustan mucho las mascaritas de luchadores, son muy típicas
”.

Puesta a escoger, prefiero la ópera china que la lucha libre. Me parece ligeramente más refinada. Todo es cuestión de gustos.

10 Roma no se hizo en un día.

Algunos alumnos padecen un síndrome que les impide saber esto. Por eso, ávidos de aprender chino preguntan en su primer día de clases: “¿Cuándo voy a hablar como (inserte aquí su 老外 favorito que hable un chino impecable, Da Shan, Charlotte MacInnis)?” Me confieso culpable. Yo también pensé que sería cuestión de tiempo. Afortunadamente ya he recalendarizado mi agenda.

Adriana Martínez González se especializó en literatura contemporánea china en el Colegio de México y ha pasado dos temporadas en China como estudiante de BLCU y de la Universidad Marítima de Dalian. Actualmente da clases de chino y se dedica a la traducción.

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