Los pueblos túrquicos (que abarcan no sólo turcos sino kazajos, kirguises, uzbekos, turcomanos y uigures, hasta comunidades rusas, búlgaras y azerbaiyanas) comparten rasgos culturales desde China Occidental hasta Europa Oriental. Debajo de la estricta vestidura del islam, hay culturas milenarias sumamente interesantes. El comercio y la hospitalidad están en sus genes. De esta mezcolanza tribus surgió mucho después la cultura turca, la más "conocida" entre las sociedades túrquicas, por su cercanía a Occidente y por consolidarse como el gran imperio Otomano.
Los pueblos túrquicos no se diferenciaban formalmente entre sí. Fueron los rusos imperiales y después los soviéticos quienes trazaron fronteras y demarcaron diferencias étnicas con sus políticas demográficas.
Las tribus túrquicas tuvieron su origen en las montañas de Altay, Mongolia. De ahí, se expandieron hacia el oeste durante siglos. La lengua franca en Asia Central era el persa (ahora Irán) hasta el siglo XI, cuando las tribus túrquicas empezaron a crecer y a acumular riqueza mediante el comercio. Estos pueblos hermanos llegaron a monopolizar las principales rutas comerciales entre China, India y Europa (Ruta de la Seda). Eventualmente, algunas de estas tribus ocuparon lo que ahora es Turquía. Incluso llegaron hasta Macedonia y Hungría (sus lenguas comparten ciertos rasgos).
El idioma uigur es hablado por unos 8 millones de personas. En los cincuenta, cuando comenzó el desencanto entre la Unión Soviética y la China Comunista, uno de los principales lugares de roce fue la provincia Xinjiang (hogar de los uigures), que incluso fue controlada por los soviéticos durante algunos años. Desde entonces, Beijing patrulla las calles con recelo. El sueño de un Uiguristán independiente se ha ido quedando como lo que es, un sueño. Diferencias con el gobierno comunista y sus políticas respecto a minorías étnicas han provocado una diáspora uigur que ha consolidado comunidades numerosas en Estados Unidos, Alemania, Turquía y países vecinos en el Centro de Asia.
Los idiomas túrquicos suelen ser muy "físicos". Hay vocales que se pronuncian con la boca y otras que se pronuncian con la garganta. Requieren muchos gestos y a veces chillidos. Hablar uno de los idiomas túrquicos suele significar entender el resto —con cierto entrenamiento—.
Las costumbres de estos pueblos no son incompatibles con la cultura hispanoamericana. Hubo un momento en la historia en que los árabes (el Califato de Omeya) unieron a esta parte de China y a España bajo un mismo imperio, uno de los más grandes que ha visto el mundo. Al día de hoy, las guitarras vibran con ritmos “flamencos” en los vestigios de aquel vasto imperio.
¿Por qué estudiar el idioma? Porque es un camino a entenderlos. La cultura se manifiesta en la manera de hablar, las expresiones, los tonos, por lo que se dice y lo que no se dice. ¿Por qué entenderlos? Porque el Centro de Asia es un gran enigma en muchos sentidos. Son pueblos mezclados, y el futuro del mundo estará probablemente en manos de sociedades mestizas, particularmente aquellas que puedan tomar lo mejor de cada una de las partes que las integran.
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