El sueño chino gana la clase media

In by Andrea Pira

Las presidencias chinas han ido marcadas por un concepto clave. Hu Jintao, anterior presidente, había centrado su mando bajo el “desarrollo científico”, una idea que enfatizaba en un desarrollo impulsado por la tecnología y la ciencia. Xi Jinping, desde que asumió el secretariado del Partido Comunista en noviembre –cargo que antecede la presidencia-, hasta hoy como actual presidente de China, ha impulsado el concepto del “sueño chino”, una idea tan ambigua como atractivamente nacionalista. 
“Todo el mundo habla del sueño chino. El sueño chino es el resurgimiento de la gran nación china. Debemos esforzarnos constantemente, seguir adelante con voluntad indomable, seguir promoviendo la gran causa del socialismo con características chinas, buscar el sueño chino, el rejuvenecimiento de la nación china”, dijo en su discurso ante el Congreso Popular Nacional el pasado marzo. 

Desde entonces, las palabras “sueño chino” y “renacimiento chino” han reaparecido en los discursos de Xi, la prensa y las redes sociales. La cuestión, sin embargo, es que pocos realmente saben a qué se refiere el sueño chino.

Para intentar fijarlo en la imaginación popular el Departamento de Publicidad del Comité Central del Partido desarrolló un video promocionando el sueño, incluyendo los últimos descubrimientos científicos del país, además de sus adelantos tecnológicos. Entre muchas acciones, produjeron un video difundido vía Youku, portal de videos chino, en el que junto a imágenes que muestran los avances chinos se escucha una voz de fondo enumerando logros del país y que incita a “seguir creyendo”.

Además, ha sido ya introducido en los colegios como concepto clave en la educación y se han comenzado a seleccionar “soñadores modelo” con el fin de demostrar que sí es posible salir adelante en una sociedad cada vez más polarizada. Los soñadores aparecen en paneles en las universidades más importantes y en shows de televisión.

El concepto se compara a la idea de sueño americano impulsada en los treinta: una esperanza para todo aquel que quisiera vivir en Estados Unidos, tierra de oportunidades para todos. Una idea fácilmente vendible a los extranjeros y nacionales, y que reafirmaba el potencial americano en comparación a otros países.

El sueño chino sin embargo, es un ideal pensado principalmente para los chinos, buscando convencerlos de que su gobierno cumplió la promesa. China es hoy, ese lugar en donde todos quisieran vivir. Y más importante aún: es un sueño por el que todos han trabajado, apelando así a un patriotismo y aludiendo a este como un “proyecto colectivo” más que una aspiración individual.

Desde que entró en vigor el proyecto de apertura y desarrollo de Deng Xiaoping en los setenta, China se embarcó en tres décadas de trabajo intenso.

Hoy, el resultado ha sido una clase media más pudiente, que se siente orgullosa de vivir en su país y que a diferencia de las anteriores generaciones, consideran que vivir en China es relativamente mejor que emigrar. De hecho, muchos de los que salieron están regresando: en sólo 2012, el 72% de los estudiantes chinos que se recibieron en el extranjero regresaron al país, cifra muy superior a la dada diez años atrás, cuando sólo el 40% regresaba.

En ese sentido, la expresión es la reafirmación de que hoy China es el mejor lugar para vivir para los chinos. Es el sueño por el que todos trabajaron y simboliza, por una parte, los deseos de una nación de consolidarse como la gran potencia mundial y por otra, de una población de tener una situación económica holgada.

El sueño chino le habla a la clase media china, una amalgama de cientos de millones de personas disímiles entre si, que forman el 10% de la población actual según un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y que para 2020 llegará al 40%. Según McKinsey, para ese año esta clase media consumirá hasta 3.4 billones de dólares, constituyéndose en el mercado interno más grande del mundo.

Y esta clase media china se caracteriza por ser ambiciosa, atraída fuertemente por productos extranjeros y productos de lujo, y al mismo tiempo buscando asegurar fuentes de dinero y propiedades. “Para nosotros, la vara está muy elevada. Soñamos con un departamento en Pekín, un buen coche, un trabajo de más de veinte mil yuanes mensuales y vacaciones en el extranjero. Menos, es considerado un fracaso para mi generación”, dijo Wang Liwa, joven secretaria pekinesa.

Muchos no se contentan con tener sólo un departamento sino que buscan tener coches más costosos, casa de vacaciones y casas adicionales para alquilar. Al punto, que el gobierno ha tenido que limitar el número de departamentos por persona, para controlar una posible burbuja inmobiliaria.

“Nosotros no contamos, como en otros países de un sistema social que nos proteja. No podemos contar sobre una jubilación, y si no somos ricos nuestros hijos no podrán estudiar y nuestros padres no tendrán salud, por eso no descansamos hasta tener una situación sólida”, dijo Wang Liwa.

Li Xin, directora de una empresa de construcción, propietaria de varios departamentos en Pekín y de un departamento en Tianjin, ciudad cercana a la capital es una de esas personas que nunca se ha detenido. “El peso del sueño chino ha sido demasiado grande para mí. He pasado los últimos veinte años trabajando todo el tiempo. Ahora que he logrado cierta prosperidad quiero disfrutar la vida, salir, viajar, pasar el tiempo con amigos”, afirmó.

Sin embargo, a pesar del enorme crecimiento que ha tenido China en los últimos años, Xi Jinping se enfrenta a un panorama complicado. Su país debe mantener su crecimiento en un contexto de graves problemas de contaminación, de economía global en crisis y de una población cada vez más crítica y más desigual.

Recientemente se hizo popular en las redes sociales una definición para las clases sociales en China escrita por el editor del diario Beijing News y columnista Pan Caifu, que explica que el país está dividido en siete grupos. La pirámide la encabeza los funcionarios del partido y los campesinos migrantes en las grandes ciudades son la base. En el intermedio se encuentran los diferentes grupos de clase media, con altas expectativas pero a la vez, con grandes exigencias.

“China deberá cambiar su modelo de desarrollo y prestar más atención a la calidad del crecimiento económico. Debe pasar a ser una potencia consumidora y enfocarse en la innovación”, dijo a China Files Alejandro Cheng, sociólogo profesor en la Universidad Capital en Pekín. El modelo con el que creció todos estos años y sacó de la pobreza a 600 millones de personas no continuará funcionando”, aclaró.

Para Cheng, los recortes deben ser asumidos por la parte más adinerada y poderosa de la sociedad, pues "el lujo de los funcionarios es algo que ya cansó a la sociedad, que, a pesar de estar mejor, aún hace muchos esfuerzos en su vida cotidiana".

Xi ha descrito su “sueño” en tres áreas: menos oficiales corruptos, una vida más decente y la completa reunificación de China. En la práctica sin embargo, aún no es claro como se concentrará en ofrecer una mejor vida, un tema que –junto a la lucha por la corrupción- más importan en China.

Para esto, el discurso propagandístico chino se ha enfocado en crear un ambiente de aspiraciones positivo, en lugar de uno donde se hagan críticas constantes.

“El auge de China es, fundamentalmente, una suma de las vidas y los destinos de incontables individuos. Cada pequeño sueño hecho realidad es lo que ha hecho más atractivo el “sueño chino””, escribió en una editorial el diario oficial Global Times. “Además de desvelar las injusticias de la sociedad, los medios chinos y las personas con algo que decir deberían prestar atención a las historias de éxito de la gente de a pie, contarlas a la sociedad y animar al pueblo chino. La sociedad china necesita críticas, pero también necesita el aliento de los modelos positivos, y necesita el resplandor de la luz”, afirmó.

A pesar de los discursos optimistas, el sueño chino es un prisma con varias aristas. “Para consolidar el sueño chino, además de una economía saludable y la lucha contra la corrupción, hace falta resolver los problemas ambientales y una mayor sensación de libertad en la sociedad”, dijo Cheng.

Artículo producido por China Files para La Nación, Argentina

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