Los chinos se ponen “chinos”

In by Andrea Pira

“Nosotros cultivamos nuestra hierba en una huerta afuera de la ciudad y la usamos para consumo personal. Para nosotros no es peligroso, porque la policía nos conoce y saben que no vendemos ni hacemos nada malo”, dice este pekinés de 23 años que se hace llamar “el Judío” y que fuma marihuana desde hace tres años.

El Judío, Yi y Chao fuman tranquilos en el patio de su casa, en el corazón de un hutong de la capital China. Son chinos sui generis, como todos los que suelen fumar marihuana en China. Son artistas o chinos extranjerizados, que hablan inglés a la perfección y consumen horas y horas de cultura occidental. Chao por ejemplo, un chino más alto que el común con pelo casi rapado, cuando me saluda marca una diferencia con todos los chinos que he conocido: no dice “¿Argentina? ¡Messi, Messi!”, sino que grita, “¿Argentina? ¡Juana Molina! ¡Juana Molina!”

“Somos una isla. Nuestra familia no sabe que consumimos marihuana, mis padres ni siquiera saben qué es. A pesar de que en China teníamos una gran tradición con el uso de las hierbas, las drogas son vistas en China como un signo de decadencia occidental”, dice Yi, un chino que se esmera en llevar su estilo hippie, vistiendo una blusa hindú y sandalias.

El Judío entona una canción con la ayuda de su ukelele, cuyo estribillo podría traducirse como:

Cansado de velar
cansado de velar
frente a las puertas de la belleza

Mientras enciende “una vela”. El Judío parece un bebé prematuramente envejecido, con arrugas y la piel brillante. También tiene la cabeza rapada, lleva una blusa de Ramones y unos jeans que llevan seguramente un buen tiempo sin pasar por el lavarropas.

Dicen que de lo producido en sus plantaciones les sobra y que por eso distribuyen un poco entre sus amigos consumidores (todos extranjeros). Eso sí, se apuran a aclarar que no venden: lo hacen como un favor a sus amigos y le regalan el sobrante de su producción por simpatía.

La duda queda flotando en el aire y el judío vuelve con su cantinela:

Cansado de velar
cansado de velar
frente a las puertas de la belleza

Chao fuma despacio, como si fuera el último gesto de su vida. Y mira al cantante con los ojos cada vez más vidriosos.

La mayor parte de la marihuana que se consume en Pekín se cultiva en las afueras, lejos del ruido, la polución y los policías. Muchas de las plantaciones están a cargo de extranjeros que se han dedicado a experimentar con marihuana hidropónica. Sin embargo, en los últimos años se han incrementado la producción de marihuana venida desde el sur de China, liderada por mafias hongkonesas y cantonesas.

Judío, Yi y Chao se consideran un equipo: conservan el secreto de sus viernes marihuaneros. Deben protegerlos con la misma delicadeza que arman el cigarrillo con la punta de los dedos.

“El tiempo pasa lejos”, dice el Judío y por la entonación de la voz, parece una despedida.

Otras puertas

Junto con la apertura mental que ha traído el desarrollo económico de China en los últimos veinte años y la política de un solo hijo, que ha producido una generación de niños mimados, el consumo de las drogas ha aumentado. Hay distintos tipos de consumidores. Un grupo más modesto y bohemio, como el Judío, Yi y Chao, usan la marihuana de una forma social y recreativa, y difícilmente exploran otras drogas. El segundo, esté compuesto por jóvenes empresarios adinerados para los cuales las drogas se han convertido en un símbolo de estatus y consumen éxtasis, cocaína y hasta heroína.

Lei, una joven empresaria pekinesa cuenta que con sus amigos suelen alquilar locales privados en las discotecas para consumir grandes cantidades de cocaína antes de pasar a la pista de baile. Lei es la contracara exacta de los jóvenes fumones: viste impecablemente, lleva un peinado que hace adivinar un buen tiempo de preparación y no se separa de su iPhone, que consulta todo el tiempo durante la conversación.

Un gramo de cocaína puedo conseguirse en Pekín en 600 yuanes (alrededor de 100 dólares). Aunque resulte paradójico (o no), las penas más duras las suelen pagar los consumidores de marihuana, pues el grupo acomodado tiene buenas conexiones, o en el peor de los casos puede pagar por ellas.

El porro más viejo del mundo

Con sus miles de años de historia, China puede ostentar importantes records de antigüedades. Incluso hasta con la marihuana. El rastro más viejo del uso de la hierba fue encontrado en China.

En Turpan, zona del noroeste de China, se encontró una momia que llevaba entre sus utensilios, 789 gramos de marihuana. Los investigadores aseguran que se trata de la momia de un chamán, de más de 2700 años y que su preservación se debe al suelo alcalino y la sequedad del lugar.

Aseguran además que la marihuana que acompaña a la momia estaría destinada a ser consumida en el más allá. Los análisis han mostrado que se trataba de una persona de alrededor de 45 años, de cabello y ojos claros, de alto nivel social y equipado con arcos y un arpa, materiales que apoyan la teoría de que se trataba de un chamán de la cultura Gushi, vinculada con la Tocaria.

Se cree además que la marihuana podría haber sido utilizada con fines adivinatorios y se ha podido establecer que se trataba de una variedad de marihuana que se cultivaba, no una que hubiera crecido de forma salvaje.

Artículo publicado en la revista Week-end