No es un secreto que China favorece y guarda respeto para aquellos quienes la defienden. En el gran tablero de las relaciones diplomáticas con China, las posiciones frente a Xinjiang, Tíbet o Taiwan se convierten en fichas de ajedrez, que depende como sean jugadas ubican al contrincante en aliado o enemigo.
En una búsqueda de estrechar los lazos de amistad, Estados Unidos entró en el juego y ha comenzado a reubicar sus fichas para acercarse debidamente a China. Obama ha decidido posponer su reunión con el Dalai Lama hasta después de reunirse con su homólogo Hu Jintao, el próximos mes. Será la primera vez, desde 1991, que el líder espiritual tibetano visite Estados Unidos y no se reúna con el Presidente de Estados Unidos. Durante su última visita en 2007, fue recibido por Bush, quien decidió otorgarle una medalla de oro del Congreso, acción que fue ampliamente criticada por el pueblo chino. El grupo budista aterrizó el lunes en Washington y se reunirá con diferentes miembros del Congreso, entre ellos Maria Otero, la responsable ante el Gobierno Americano de la cuestión tibetana, algunas celebridades y grupos de apoyo. Muchos han criticado a Obama y otras naciones por haber cedido ante Beijing, en una posición que llaman conveniente para asegurar un buen puesto ante los ojos chinos y favorecerse de su crecimiento económico.
En las semanas pasadas, el turno fue para Taiwan, quien aceptó las visitas oficiales de los dos separatistas más reconocidos de China: el Dalai Lama y Rebiya Kadeer, Presidente del Congreso Mundial Uygur. Ambas invitaciones fueron hechas por grupos de la oposición en Taiwan y que son considerados como "antichina" y "anticomunistas". El año pasado, el mismo grupo intentó invitar al Dalai Lama, pero el gobierno detuvo la invitación, alegando una difícil situación internacional. Este año, quizá en un ejercicio de defensa de su soberanía, el gobierno Taiwanés dio vía libre a la visita oficial del Dalai Lama y las consecuencias no se hicieron esperar: perdió alrededor de 185 millones de dólares y miles de cancelaciones hoteleras, debido a un boicot turístico por parte de los chinos. Al punto que la sociedad hotelera de Kaoshiung, la ciudad que hospedó al Dalai Lama, solicitó oficialmente al gobierno, retirar una película sobre la Kadeer, de las carteleras de un festival de cine en la misma ciudad, para así contrarrestar las pérdidas asumidas por la visita del Dalai Lama y así, poder recibir a los chinos continentales.
Lo curioso en este tablero es que Taiwan fue quizá la primera ficha puesta en el tablero diplomático chino. Para poder establecer relaciones con la República Popular China se debe negar el status de Taiwan como país y reconocerlo como parte de China continental. En solo la década de los setentas, más de 38 países reconocieron a la República Popular de China, impulsados por la Resolución de 1971 de las Naciones Unidas en la que se establecía a ésta como única representación de China, expulsando a los enviados de Chiang Kai-shek, Presidente de la República China, o Taiwan. Otros países que tardaron en reconocer el status político de la RPC, sufrieron consecuencias. Como el caso de la República de Macedonia, que en 2001 se vio forzada a cambiar de aliado, después de sufrir embargos económicos y obstrucción en el apoyo del envío de las fuerzas de paz, presionados por la silla china en el Consejo de Seguridad de la ONU. Hoy, solo 23 países en el mundo reconocen a Taiwan, entre los que se puede mencionar un gran número de países centro americanos -Guatemala, Nicaragua, República Dominicana, Honduras, Salvador, Panamá-.
Hoy, la segunda ficha sería el Dalai Lama. Aquellos países que públicamente apoyen la causa tibetana, sufren consecuencias económicas y políticas por parte del gobierno Chino. Y hoy, las amenazas parecen no quedarse en palabras. Una muestra reciente de esto sería el boicot lanzado por Sarkozy a los juegos olímpicos, que fue tomado por la población china como una afrenta y una clara intervención en los problemas internos del país. Su declaración fue seguida por manifestaciones "Antifrancia" en China y amenazas sobre bloqueos en el intercambio comercial por parte del Gobierno Chino. Semanas después, Sarkozy decidió asistir el 8 de Agosto a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, alegando que una "humillación a China no sería la mejor forma de defender los Derechos Humanos".