Inicia el XVIII congreso del Partido Comunista

In by Andrea Pira

China se prepara para una transición de poder que ocurre cada diez años con la apertura del XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista (PCCh). Dos días después de que Estados Unidos cerró sus comicios y reeligió a su presidente, la segunda potencia mundial le dará la bienvenida a la quinta generación de líderes comunistas que la regirán durante la próxima década.

El Congreso Nacional del PCCh se lleva a cabo cada cinco años en el Gran Palacio del Pueblo, justo en la Plaza Tiananmen. Este año convocará a 2270 delegados, provenientes de las provincias y regiones autónomas de China, y de organismos gubernamentales tan diversos como las empresas estatales o la banca central.

Además será particularmente importante: casi la mitad de sus miembros se renovarán. Muchos forzosamente serán jubilados al llegar a la edad máxima de gobierno, incluyendo al actual presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao.

Aunque los nuevos líderes son elegidos por votación, serán unas elecciones con características chinas. Habrá candidatos, pero son elegidos por un puñado de personas; hay debates, pero a puerta cerrada; hay pequeños partidos y facciones, pero todos dentro de un único Partido; hay discursos, pero controlados y aprobados por el departamento de ideología. Todo al final de cuentas es y será planeado, organizado y orquestado por el verdadero rey de China, el Partido Comunista Chino, la organización política más grande del mundo con 83 millones de registrados.

En total, catorce de los 25 miembros del Politburó abandonarán sus cargos. Siete de ellos pertenecen al Comité Permanente del Politburó -instancia máxima en el PCCh-, dando como resultado una renovación casi total de las nueve figuras claves del Gobierno chino. Los dos que mantendrán su curul son los candidatos más seguros a suceder a los actuales presidente y primer ministro: Xi Jinping remplazará a Hu Jintao como Secretario del Partido y Li Keqiang, a Wen Jiabao. En Marzo próximo, ambos tomarán posesión respectivamente como presidente y primer ministro de la RPC.

Pero casi como para mantener el aura de sorpresa que se tienen durante las elecciones, aún no se conocen los nombres finales de los otros siete a subir en el escalafón. En los pasados Congresos la discreción era un factor clave, pero este año este misterio se vio incrementado con la puja de poderes que se hizo evidente luego del escándalo de Bo Xilai, ex miembro del politburó y quien se pensaba ocuparía seguramente un puesto dentro del Comité Permanente, y que el pasado domingo fue definitivamente expulsado del Partido por indisciplina y corrupción.

Precisamente esa lucha entre facciones dentro del Partido ha posicionado personajes que no se pensaban que subirían como Zhang Gaoli, jefe del Partido en Tianjin y muy cercano al clique de Shanghai –protector también de Xi Jinping-, y que bajarían como Wang Yang, jefe del Partido en Guangdong, cercano a Hu Jintao y uno de los más liberales en pensamiento.

Los demás nombres que se han ido filtrando mediante fuentes cercanas al Partido ofrecen un panorama futuro conservador en términos políticos pero abierto en temas económicos y de relaciones exteriores. Y en paridad de sexos, sólo hay una mujer a la vista, Liu Yandong, con pocas ventajas de ganar.

Lo que viene

La China que recibirá este nuevo congreso no es la misma de hace diez años. La última década será recordada como una de prosperidad. En 2001, China entró a ser parte de la Organización Mundial de Comercio, trazándose el camino para convertirse en una economía de mercado. En 2008 celebró los Juegos Olímpicos, mostrando una cara poderosa y sorprendente al mundo, para luego llevar a cabo en 2010 la Exposición Universal, invitando a los otros países a presentarse ante su pueblo. Ese mismo año superó a Japón como segunda potencia mundial y se ha demostrado una pieza clave para sostener la economía internacional en épocas de crisis financiera. 

Pero este crecimiento económico ha acrecentado a su vez las desigualdades sociales. Las protestas públicas han subido de tono en los últimos años, mostrando que la sociedad china está cada vez más dispuesta a defender sus intereses. Y a todo esto, se suma el peso de Internet que, en un país con 538 millones de internautas y más de 900 millones de usuarios de telefonía celular e Internet móvil, se ha convertido en una herramienta fundamental de denuncia y una ventana para conocer otros ejemplos internacionales.

Varios activistas en arresto domiciliario como Hu Jia ya han denunciado que la fuerza de seguridad para este Congreso ha sido mayor que en otras ocasiones. Se han desplegado 1.4 millones de voluntarios para controlar la estabilidad de la capital y se han instaurado medidas de seguridad tan extremas como quitar las manillas de los taxis para que no se arrojen panfletos por las ventanas, prohibir el vuelo de palomas, jugar con helicópteros y vender cuchillos. 

Artículo publicado en La Nación (Argentina)

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