Después de casi tres meses de incertidumbre, la semana pasada el bureau de Al Jazeera cerró en Beijing y la acreditación de su corresponsal Melissa Chan fue revocada. China no expulsaba a un periodista extranjero desde 1998, cuando el periodista Juergen Kremb de la revista alemana Der Spiegel fue acusado de poseer secretos de Estado, a pesar de haberlo negado siempre. “Los oficiales chinos expresaron su rabia contra un documental presentado en el canal en noviembre pasado. Melissa Chan ni siquiera tuvo una parte en ese documental”, declaró el Club de corresponsales extranjeros de Beijing (FCCC siglas en inglés) en un comunicado. El documental narra las labores forzadas de presos en ciertas cárceles de China.
El diario Global Times, que pertenece al grupo del Diario del Pueblo –diario del Partido Comunista chino- expresó que “de acuerdo a los reportes extranjeros, ella ha tenido relaciones tensas con las autoridades encargados de los corresponsales extranjeros. Ella ha producido algunos programas que son intolerables en China”.
El diario añade que no es normal este tipo de enfrentamientos y que la capacidad el gobierno chino de aceptar críticas es “mayor que antes”. Sin embargo establece que Chan habría presentado notas que en China son “intolerables”. El medio se refería, entre otras notas confrontadoras de la periodista, a uno de sus últimos reportes que tratan sobre las cárceles negras en China. Chan, visitando a cárcel con una de las madres de una desaparecida fue confrontada por la policía y obligada a cortar la grabación.
El Diario establece que los medios extranjeros deben reflejar la complejidad de China, un punto generalmente gris que sitúa al periodista entre reportar de forma positiva o resaltar los evidentes problemas de China. China afirma en su programa que no está de acuerdo con que “algunos medios solo se enfoquen en mostrar lo extraño de China al mundo”, resaltando que su deseo es que todo el mundo debe cumplir “las leyes y regulaciones chinas y debe regirse bajo su ética profesional”.
Pero tanto Al Jazeera y el Club de Corresponsales de China (FCCC por sus siglas en inglés) afirman que este es uno “caso más extremo de un patrón común de usar las visas de periodistas en una movida para censurar e intimidar corresponsales extranjeros en China”, especialmente en un año donde el Partido cambiará el poder.
Este cambio, no obstante, aún no afecta la versión árabe del canal, pero limita a nuevos periodistas llegar a China a tomar el puesto de Melissa, controlando así el desarrollo de Al Jazeera inglés en territorio chino. La página de Al Jazeera aún no está bloqueada en China.
El caso de Chen Guangcheng
“Están usando una táctica que últimamente se ha hecho común, que es concentrar la prensa en un solo rincón” cuenta un periodista español que se ocupó de cubrir en el hospital Chaoyang mientras Chen Guangcheng estaba recluido allí, el reciente disidente que fue debate central entre Estados Unidos y China los últimos días.
Muchos de los periodistas que buscaron cubrir allí durante los primeros días tuvieron sus registros detenidos por las autoridades y sus asistentes fueron llevados a cuestionamientos, declaró en varios comunicados el FCC. Para poder reportar en China de forma legal, cada periodista debe poseer una acreditación oficial ante el Ministerio de Relaciones Exteriores. Los periodistas son libres de reportar, siempre y cuando soliciten permiso en ciertas zonas, como sería la de Wangfujing, la zona donde fueron llamadas las revolución Jazmín en febrero del año pasado, o para entrevistar a ciertos disidentes.
“Le damos la bienvenida a los periodistas extranjeros de venir a China a hacer entrevistas objetivas y reportar, también ofrecemos muchísima asistencia y conveniencias a los periodistas extranjeros. El ambiente de entrevistas que los periodistas extranjeros disfrutan es muy libre”, estableció el Global Times. En otros países estos derechos son de por sí unas libertades otorgadas internacionalmente a los periodistas, pero en China deben estar garantizadas en sus reglamentos.
En los pasados dos años, 27 periodistas extranjeros tuvieron que esperar más de cuatro meses para su aprobación de visas. 13 de ellos tuvieron tiempos de espera de seis meses y algunos continúan esperando. 28 puestos permanentes fueron cancelados porque las visas periodísticas fueron rechazadas o ignoradas por las autoridades chinas y en seis casos, periodistas con acreditación recibieron notificaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de que sus oficinas serían rechazadas o retenidas por el cubrimiento del bureau o del periodista de eventos chinos, estableció en uno de los comunicados finales el FCCC.
El vocero en Washington, Mark Toner expresó el descontento de Estados Unidos frente a la decisión, pues garantizan el labor de la periodista nacida en Los Angeles. En tanto, Melissa declaró en su nota reflexiva de despedida que “el Partido necesita establecer un verdadero Estado de Derecho y un sistema legal independiente. La corrupción se resolverá de forma independiente una vez esté impreso”. Melissa añade que muchas de las historias que hizo resaltaban precisamente que la ley no había sido reforzada como se debía.