La dama del loto blanco, de la década de 1960, es una belleza en un vestido de gasa que sostiene una flor. Una señora de cara larga que recuerda las obras de Modigliani. Las naturalezas muertas sugieren la composición de El estudio rojo de Matisse, y las representaciones del paisaje evocan el estilo del impresionismo. El gran maestro del arte moderno chino Lin Fengmian integra los elementos tradicionales como la dama desnuda, el cuervo, el búho, el loto, la hoja de otoño, la garza blanca y el sauce en sus obras, cuyas características sobresalientes son el uso exacerbado de los colores y la pincelada furiosa, empleando colores brillantes y antinaturales.
Lin Fengmian fue considerado como un niño precoz. Cuando tenía 20 años, el pintor oriundo de la provincia de Guangdong se marchó a Francia para estudiar en la Ecole Nationale Supérieure des Beaux-Arts en París, donde se formaron Délacroix, Degas, Louise Bourgeois o el propio Matisse. Regresó a China en 1926 y se convirtió en director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Beijing cuando apenas tenía 29 años, y luego de la Escuela Nacional de Arte de Hangzhou.
La pintura de Lin es diferente de la china tradicional. En gran medida, su forma de expresión es occidentalizada. Sin embargo, la sensación y el efecto de sus obras reflejan el lenguaje visual oriental. La pintura china tradicional renuncia al volumen, al claroscuro y a la perspectiva, utilizando colores planos con frecuencia y prefiriendo el uso del pincel. En Lin Fengmian podemos encontrar obras en las que se aleja de esta tradición. Lin no usa la tradicional tinta china ni la forma de caligrafía para pintar, sino que utiliza una línea enérgica, animada y intensa. Él suele teñir la tela como con el gouache o la acuarela.
En sus obras, aunque parece que no se hereda la forma convencional de la pintura china, nace la expresión de una cultura espiritual. Lin da a las obras la sensación de vida, de crecimiento y de movimiento, añade a la perfección los trazos con su pincel, la delicadeza, la síntesis y la armonía propias de la pintura oriental, y rompe con las convenciones de la época al emplear tonos brillantes.
Una de las razones de que las obras de Lin Fengmian son tan especiales es que gran parte de su producción fue destruida. En la década de 1930, cuando Japón invadió a China los soldados nipones arruinaron sus pinturas. En 1966, cuando la Revolución Cultural se puso en marcha, Lin empapó sus obras en el agua y luego las tiró por el inodoro de su apartamento de Shanghai. Lo hizo para que su arte no pudiera ser utilizado contra él y sus amigos.
Durante años, fue torturado y perseguido por ser un intelectual y un artista. En 1977, Lin finalmente pudo viajar a Brasil para reunirse con su esposa francesa, Alice Vattant, y su hija. No las había visto en más de dos décadas. Al final se instaló en Hong Kong, donde murió en 1991.
A lo largo de su vida, Lin experimentó muchos altibajos, pero siempre mantuvo su pasión pura por el arte. Como su nombre, se fue como el viento (feng) y se duerme (mian) como el fénix.
Shao Yixue es una apasionada del arte y del español, que sueña con explorar América Latina.
Si te interesó esta nota, puedes leer las otras de artistas que hemos escrito sobre arte [Chineado]:
Charwei Tsai y sus sutras efímeros
Zhang Xiaogang y sus retratos de familia
Zao Wou-ki y su expresionismo abstracto
Wang Guangyi y su pop cínico
Yang Fudong y su fotografía poética
Yao Lu y sus paisajes de basura
Peng Wei y sus dibujos sobre maniquíes