Mientras que los créditos del Banco Mundial a África totalizaron US $11.400 millones en 2010, los préstamos que el Eximbank y el China Development Bank (CDB) chinos han otorgado individualmente a países como Angola o Ghana ya superan ese monto. Un informe publicado en diciembre por la calificadora Fitch confirmó la misma tendencia: el Eximbank ha otorgado créditos por US $67.200 millones a los países de África subsahariana en el último decenio. La cifra corresponde a un 20% más que los préstamos del Banco Mundial. Ahora los grandes bancos de desarrollo chinos han puesto sus ojos en América Latina.
Sólo Ghana acordó créditos con los bancos estatales de desarrollo chinos por un total de US $13.000 millones el año pasado. El último préstamo, de US $3.000 millones con el CDB, está destinado a construir instalaciones para la incipiente industria gasífera del país, así como puertos, carreteras y un ferrocarril. Como parte del acuerdo económico, se estableció que parte de la deuda será cancelada en crudo y que el 60% de los contratos deben ser adjudicados a compañías chinas. Es así como la petrolera Sinopec está construyendo una planta de procesamiento de gas natural, el mayor de todos los proyectos planeados.
El crédito de Ghana ilustra el modelo que el gobierno chino ha impulsado en África, donde Pekín ha venido consolidando relaciones comerciales basadas en la construcción de infraestructura y en la compra de materias primas como petróleo, carbón y gas natural. China ofrece a sus socios financiación con condiciones económicas favorables y menos exigencias en temas como transparencia e inversión social que las que imponen el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. A cambio, pide tener acceso a la explotación de los recursos naturales y ser parte efectiva en los proyectos de infraestructura. En los últimos diez años, el comercio bilateral entre China y la región se ha multiplicado por doce.
La gran diferencia entre los préstamos del Banco Mundial y los chinos es que las inversiones chinas no se hacen desde una perspectiva económica, sino desde una estratégica y de seguridad nacional. Con ellos, China busca tener acceso a recursos naturales y ganar apoyo político”, afirma Jamie Metzl, investigador de la Asia Society y ex asesor del gobierno de Bill Clinton. Hace cinco años Angola negociaba un préstamo con el FMI, que incluía exigencias firmes de anticorrupción y de erradicación de pobreza. Pekín le ofreció un crédito idéntico, sin condiciones, y el país africano lo tomó sin dudarlo. Un caso muy similar ocurrió con Camboya y el Banco Mundial.
Los préstamos chinos suelen hacerse a cambio de recursos, que suelen explotar compañías chinas con mano de obra china, de manera que esencialmente son falsos préstamos. Los chinos con frecuencia no esperan que esos préstamos sean pagados en su totalidad”, señala Robert Rotberg, profesor de relaciones internacionales de Harvard, en su libro China en África.
No es difícil ver el atractivo para los países africanos, que con frecuencia poseen cuantiosos recursos naturales pero poco dinero para invertir en infraestructura. “Si las compañías chinas emplean una mayoría de personal chino y de proveedores chinos, el costo base de un proyecto puede ser más bajo, las demoras menos probables y, por lo tanto, la tasa de retorno puede ser inferior a la que cualquier institución financiera occidental proyectaría”, señala Chris Alden, director del Proyecto China en África del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales. Sin embargo Alden cuestiona que el impacto social de estos préstamos tienen un efecto limitado en la economía, al estar amarrados a la contratación china.
Todos coinciden en que negociar un crédito con un organismo internacional o un banco de desarrollo occidental puede tomar años, mientras que Pekín los aprueba en un tiempo muchísimo menor.
Créditos latinoamericanos
Para algunos países de América Latina las tasas preferenciales y las promesas de compras de Pekín han resultado atractivas. Ecuador, que no puede acudir a los mercados financieros internacionales tras haber declarado una moratoria sobre su deuda en 2008, ya buscó a China para financiar varios de los ambiciosos proyectos hidroeléctricos con los que busca transformar la matriz energética del país. La central de Coca Codo – Sinclair, que generará casi el 45% de la demanda interna de electricidad, está siendo construida por la china Sinohydro en la Amazonía con un préstamo de US $1.700 millones del Eximbank.
En octubre pasado el gobierno de Rafael Correa firmó otro crédito por US $571 millones con este mismo banco para la construcción de otra central en Paute-Sopladora, prevista para 2015. Finalmente, Quito acordó un préstamo de US $2.000 millones con el China Development Bank, que será destinado a la construcción de cuatro centrales hidroeléctricas y otros proyectos de inversión pública.
Estamos construyendo estas hidroeléctricas porque en los últimos ocho años Ecuador ha importado US $800 millones en electricidad de sus vecinos. De manera que necesitamos incrementar nuestra generación hidroeléctrica, porque las termoeléctricas que tenemos generan electricidad pero a un costo muy alto”, señaló a China Files Leonardo Arízaga, embajador de Ecuador en Pekín.
Ecuador no es el único país latinoamericano que ha acudido a Pekín en busca de financiación. Se calcula que Venezuela ha recibido unos US $40.000 millones en préstamos del CDB desde 2007, que en su gran mayoría han sido pagados con petróleo. El gobierno de Hugo Chávez deposita ese dinero en el llamado Fondo Chino, para luego destinarlo a diversos proyectos de inversión pública, y luego cancela sus deudas con el envío de 400.000 barriles de petróleo diarios, que representan el 15% de la producción de la petrolera estatal PDVSA. Caracas anunció en noviembre que había acordado un préstamo por otros US $4.000 millones para incrementar la producción de petróleo de empresas de los dos países en la Faja del Orinoco.
El próximo año será lanzado el satélite de comunicaciones boliviano “Túpac Katari”, que fue construido en China y financiado en un 75% por el CDB, con un préstamo de US$250 millones. A finales del año pasado aprobaron otros dos créditos, uno de US$ 60 millones del Eximbank para adquisiciones de perforadoras para el sector petrolero y otro crédito para compras de seis helicópteros multipropósito H425, como parte de un crédito de cinco líneas también con el Eximbank de US$300 millones. Y en Centro América, Honduras ya está construyendo la hidroeléctrica Patuca III con un préstamo de US $300 millones del Eximbank.
Comparativamente la estrategia china en América Latina va a un paso más lento. Por un lado, la región maneja un grado mayor de institucionalidad y de compromisos internacionales que no les permiten tomar un elevado número de préstamos chinos. Pero por otra, y quizá la que más peso tendrá a futuro, es que en África, China ha tenido experiencias que también han sido negativas con sinsabores en el retorno de sus inversiones. Por lo tanto, con América Latina han tomado una posición más cautelosa, para no cometer los mismos errores hechos en el continente africano.
Artículo publicado en La Nación (Argentina)
[Foto de Accra, Ghana cortesía de Georgia Popplewell]