El año pasado las inversiones directas chinas en América Latina alcanzaron los 10.54 mil millones de dólares, un 43.8% más que en 2009, y el gigante asiático ya es el primer socio comercial de Chile y Brasil. En total, la región representa ya el 15.3% del total de la inversión directa extranjera de China. Sin embargo, para los inversionistas chinos la falta de conocimiento entre ambas partes aún dificulta la comunicación entre las multinacionales chinas y sus potenciales socios en América Latina. El año pasado las inversiones directas chinas en América Latina alcanzaron los 10.54 mil millones de dólares, un 43.8% más que en 2009, y el gigante asiático se ha convertido ya en el primer socio comercial de países como Chile o Brasil. En total, América Latina representa ya el 15.3% del total de la inversión directa extranjera de China. Sin embargo, para los inversionistas chinos presentes en el Tercer Foro de Inversiones China – América Latina, que organizó en Pekín la revista económica LatinFinance, la falta de conocimiento entre ambas partes aún dificulta la comunicación entre las multinacionales chinas y sus potenciales socios en América Latina.
Para China, cuya inversión directa en el extranjero aumentó un 21.7% durante el último año, América Latina es una parte integral de su “nuevo modelo de apertura”. “Tanto China como los países de América Latina tienen el reto fundamental de mejorar su economía social. Por esta razón hay un enorme potencial para invertir el uno en el otro”, afirmó Kong Linglong, director de inversión en el extranjero de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC), una de las principales agencias económicas del gobierno chino.
Durante el último año se efectuaron operaciones tan importantes como las compras del 50% de las acciones de la petrolera argentina Bridas por parte de CNOOC y del 40% de la filial en Brasil de Repsol por parte de Sinopec. Varios de los negocios más grandes se han cerrado en Brasil, donde la compañía estatal State Grid Corporation of China compró siete empresas de energía, incluyendo las que proporcionan electricidad a Sao Paulo y Río de Janeiro, y donde el grupo alimentario Chongqing se ha metido de lleno en la producción de soja. En total, el 90% de la inversión china en América Latina durante 2010 tuvo como objeto los recursos naturales, según un informe de la CEPAL. En Colombia, donde la inversión china todavía no es alta, la mayor noticia fue el anuncio del Grupo Motor Foton de que instalará una planta de vehículos ligeros.
Aún así, muchos inversionistas chinos coincidieron en afirmar que debe mejorar el flujo de información entre las dos regiones. “En nuestra experiencia hay una brecha significativa en la cantidad de información que circula”, señaló Frank Xu, director de banca de inversión de China International Capital Corporation. Para el ejecutivo, China es todavía “un país con poca experiencia en el tema de invertir en el extranjero, ya se trate de empresas estatales o compañías privadas”. Por esta razón es fundamental que las compañías latinoamericanas ayuden a sus potenciales inversionistas a entender mejor el ambiente de negocios de sus países y a ofrecerles información completa sobre temas fiscales y de regulación.
Esa falta de conocimiento a fondo de las oportunidades de inversión hace que las multinacionales chinas hayan explorado poco sectores diferentes a los de energía y minería. “De este lado del Océano Pacífico no es evidente cuáles son esas oportunidades en otros sectores como la agricultura y la industria manufacturera”, indicó Xu.
Para varios grupos inversionistas chinos el rol que desempeñan los gobiernos latinoamericanos no es lo suficientemente activo. “Si vamos a invertir allí, ¿por qué los gobiernos locales no nos apoyan? El gobierno chino ofrece muchos incentivos cuando intenta atraer la inversión directa extranjera”, señaló Zhang Suwei, director ejecutivo de Fosun Mining, la rama minera del Grupo Fosun. De hecho, en los últimos años Pekín ha firmado más de 130 acuerdos bilaterales para la protección de inversiones, entre otras cosas para facilitar las transacciones y para evitar una doble carga impositiva.
“Los gobiernos latinoamericanos deben diseñar estructuras de inversión para que las compañías chinas se involucren más activamente”, resaltó Meng Jianbin, director de la sección metalúrgica del Consejo Chino para el Fomento del Comercio Internacional. Para Meng, América Latina cuenta con la gran ventaja de que los productos y las materias primas pueden ser transportados directamente a Asia, a diferencia de lo que sucede en África, pero hay cuestiones políticas y legales que deben mejorar para que la inversión crezca. Así, las multinacionales chinas buscan que sus socios locales tengan relaciones fuertes con los gobiernos regionales para facilitar la ejecución de los proyectos que tienen en común, explicó.
A pesar de que la inversión directa china en América Latina alcanzó su pico histórico en 2010, Brasil concentra casi el 60% de la inversión en la región. Y aunque los inversionistas y representantes de instituciones latinoamericanas pidieron a las empresas chinas diversificar sus inversiones, para funcionarios del gigante asiático existe una explicación lógica a este fenómeno. “Brasil representa más oportunidades que otros países latinoamericanos porque ha sabido hacer su tarea de explicar a las empresas cuál es el mercado para ellas”, señaló Lu Yueping, un alto directivo del Banco de Exportaciones e Importaciones de China (EXIM). “Así es mucho más fácil que las compañías vayan”.
Para Pekín también es importante encontrar diferentes maneras de estructurar sus inversiones en la región. “América Latina se está enfocando principalmente en proyectos conjuntos (joint ventures), pero para optimizar el ambiente de negocios debemos diversificar las inversiones y encontrar nuevas formas de cooperación”, señaló Zhu Xinqiang, vicepresidente del Banco EXIM. Para Zhu la idea a corto plazo es ayudar no sólo a las multinacionales, sino también a las pequeñas y medianas empresas chinas a invertir en América Latina.
Finalmente los inversionistas asiáticos lamentaron la baja frecuencia de vuelos directos entre Asia y América Latina, que incrementa la distancia geográfica entre las dos.
Artículo publicado en Portafolio (Colombia).