“Por supuesto que deseo que mi nieto se inscriba al Partido, –afirmó la señora Song, mostrando el niño que tenía en los brazos a unos periodistas extranjeros- he tenido infinitas ventajas al ser del Partido y estoy orgullosa de ser parte de él”.
El transfondo es el Parque Ditan de Pekín, cubierto de flores y banderas rojas, en donde miembros del Partido y otros transeúntes se agruparon a celebrar los 90 años del Partido Comunista de China.
China, como siempre, posee los records mundiales. En este caso, es el Partido comunista más grande: 80 millones de miembros a lo largo del país y una liga de la juventud con un número igual de miembros.
Por 60 años han llevado las riendas de lo que hoy se ha convertido la segunda potencia económica mundial y que ha demostrado que el comunismo puede amoldar el capital a su ideología.
“Según Marx también los empresarios -a pesar de lo que se dice en occidente- pueden ser parte del Partido, pues debemos ser tolerantes y trabajar por el beneficio de todos. Todos tienen derecho a ser parte del Partido, siempre y cuando pasen los difíciles exámenes de admisión” declaró Li, una funcionaria del Partido del Distrito Dongcheng, al que pertence el Parque Ditan.
Según Li, ser miembro del Partido le cambió la vida y el trabajo, la hizo más inteligente y le dió conocimientos que en otra circunstancia no hubiera tenido.
El Partido ha sido el motor detrás de cada paso de la historia de China, desde los más gloriosos como podría ser la fundación de la República en 1949, hasta los más sufridos, como la hambruna dejada por el Gran salto adelante entre 1958 y 1961 o la Revolución cultural entre 1966 y 1976.
Al preguntarle por las decisiones con efectos negativos, la funcionaria Li responde: “Son hechos históricos como tantos y estos no son la prioridad del Partido. Cada país tiene su historia y escoje cual parte de ella es más o menos relevante”.
Precisamente, el Partido se ha encargado de moldear la historia oficial de China, como se puede ver en sus libros de historia o en sus museos nacionales. Cada discurso político o nacionalista ha salido de una rigurosa vigilancia de la sección de propaganda dentro del Partido, elemento que ha sido clave para el forzado concenso.
Fue así como el lema “no importa si el gato es blanco o negro siempre que coja ratones” de Deng Xiaoping entró como orden para fomentar el desarrollo comercial e industrial de China o como hace dos años la invitación de aumentar el consumo para salvar la economía nacional en medio de la crisis mundial fue aceptada por todos.
“Ser parte del Partido es necesario si quieres hacer negocios con el gobierno o si quieres que tus negocios no tengan problemas. Yo no lo necesito, pero tengo muchos amigos que aunque no creen en el comunismo, son miembros” afirmó Wu, un empresario e inversionista residente en Pekín.
El cambio vertiginoso aplicado por Deng Xiaoping en 1979, cuando introdujo reformas para transformar a China en una economía de mercado ha sido motivo de orgullo para el país. Pasar de ser un país pobre y humillado a ser la segunda potencia y con perspectivas de crecimiento sin igual han perpetuado la legitimidad al Partido dentro de China.
“No me gusta la situación represiva de China, ni me gusta como se porta el Partido, pero las cosas están bien así, mejor que cuando era pequeña, y creo que un cambio puede ser peor” declaró Lan Lan, una artista de 25 años.
Como ella, cientos de personas, apáticas a la política, consideran que el Partido los mantiene bien y sin preocupaciones, a pesar de tener que sacrificar ciertas libertades.
Sin embargo, esto está cambiando.
La inflación y el ajuste del yuan han tenido efectos delicados en la economía de China, que se han visto reflejados en aumentos drásticos de precios en los alimentos y la gasolina. Además, la creciente modernización de su sociedad y la disminución poblacional se ha transformado en una disminución en la mano de obra barata y en 14 millones de profesionales recién graduados desempleados, de los 32 millones totales desempleados.
Los nuevos líderes
La quinta generación del Partido se perfila con un tono más social y ambiental. Xi Jinping, actual vice presidente de la comisión militar Partido Comunista, posición que usualmente han asumido los líderes chinos antes de convertirse en Presidente de la RPC y Secretario General del Partido Comunista. Su designación, en octubre pasado, afirmó la continuidad necesaria para el crecimiento sostenido de la economía, pero debido a la escuela a la que pertenece, con menor atención a reformas políticas y económicas.
Li Keqiang es quien se perfila como el futuro primer ministro. Además de ser nuevo en la arena política –contrario a Xi que es un delfín- es apasionado por los temas ambientales y tiende a intervenir en temas como el cambio climático. Es partidario de modificar la estructura económica para incrementar el consumo interno para estimular el flujo de capital.
Los dos principales líderes de la China de la segunda década del S.XX coinciden en el punto económico: será las condiciones de empleo, salario, gasto e ingresos las que garantizarán la estabilidad del Partido, y por ende, la de China.
Las voces de apertura y democracia, no obstante, se encuentran presentes. Yu Keping, Director del centro chino de innovación política y consejero de Hu Jintao, ya ha propuesto el concepto de democracia incremental, en su libro “La democracia es buena”. Allí resalta la necesidad de aumentar la democracia interna en el Partido para afrontar mejor los cambios sociales del país.
Él representa una de las voces intelectuales más respetadas de China y su discurso ha ayudado a reforzar la conciencia de que en China sí existe una sociedad civil, débil pero masiva.
Publicado en Portafolio, Colombia