Mahoma Iza, un docente de escuela mexicano, habló con China Files sobre la experiencia de enseñar en China a estudiantes chinos. Él compara a sus antiguos alumnos mexicanos con los nuevos estudiantes chinos y afirma que el sistema educativo del país asiático es muy diferente al de Latinoamérica.
“Siempre tuve el gusanito de venir a China”, dijo el maestro mexicano Mahoma Iza, apasionado por la literatura oriental y la filosofía taoísta. En 2009, Mahoma tuvo la oportunidad de viajar a China, así que empacó sus maletas y se aventuró al país oriental con la intención de quedarse por seis meses y “sacarse la espinita” que tenía desde hacía tiempo. Como le pasa a muchos latinos, Iza extendió su estadía, le hizo caso a un amigo que le había dicho que ser maestro en China era muy sencillo y se trabajaban pocas horas, y ya lleva seis años viviendo en el oriente.
Durante los primeros meses en Asia, Mahoma trabajó como traductor en una empresa de software. Luego, pudo regresar a la docencia como profesor de física y matemáticas y ya ha trabajado en cuatro escuelas de Beijing. Actualmente es maestro de matemáticas avanzadas para adolescentes de 15 a 18 años en el Beijing National Day School, una escuela pública situada al noreste de la capital, asegura que no quiere volver a México, y que en China todavía le quedan muchas cosas por hacer.
En términos generales, ¿cómo ha sido la experiencia de enseñar en un colegio público chino como el Beijing National Day School?
Esta escuela me ha gustado en todos los aspectos. Los estudiantes son muy buenos y dedicados, y se les notan las ganas de aprender. A este nivel, se ve una presión enorme en ellos para sacar buenas calificaciones y así poder aplicar a instituciones en Estados Unidos, Inglaterra e, incluso, aquí en China. En México, los muchachos asisten a las clases simplemente porque los papás los mandan. También diría que acá los alumnos son más respetuosos que el promedio de América Latina.
En occidente hay una creencia de que todos los asiáticos son buenos para las matemáticas, ¿qué tan cierto es esto?
Es bastante curioso, pero para los chinos aprender y ser bueno para las matemáticas no es algo malo. En México, por ejemplo, si eres bueno para las matemáticas estás pidiendo que te golpeen los otros. Aquí, incluso, los muchachos que son buenos para las matemáticas son muy populares. Esto hace que mi vida como maestro de matemáticas sea muy sencilla. Lo malo de esto es que muchos estudiantes son muy pedantes y altivos, y creen que saben más que uno. Pero yo he demostrado que tengo el conocimiento suficiente entonces no es un problema grave.
Usted es mexicano, ¿cómo lo han recibido los estudiantes chinos?
Para los latinos, que no tenemos el inglés como primera lengua, es más sencillo porque los estudiantes de alguna manera se identifican más con uno. Creo que ellos ven a alguien que pasó por lo mismo que ellos pasaron en términos de tratar de aprender una lengua nueva. Pienso que la mayoría no tiene la menor idea de dónde está México, no les interesa preguntar, y no es algo que les cause curiosidad. Solo me ven a mí como alguien que, al igual que ellos, aprendió inglés y ahora les está enseñando matemáticas.
¿Cuál ha sido el mayor reto o dificultad como profesor de alumnos chinos?
He tenido que trabajar en lugares donde los estudiantes no tienen un buen nivel de inglés entonces la comunicación ha sido un reto bastante grande. ¿Cómo enseñarle matemáticas a alguien que ni siquiera puede hablar tu mismo idioma? En esa escuela teníamos que pasar al 80% de los alumnos y era muy difícil cuando el nivel de inglés de la mitad de ellos no es suficiente ni para presentarse.
Muchos estudiantes chinos son hijos únicos, ¿cómo se vive esta situación en los colegios del país?
La presión de los alumnos por parte de sus padres es muy visible y palpable, no es una presión ciega como en otros lugares. Acá se ve que los padres sí se preocupan por que sus hijos se superen. En otra escuela donde trabajaba, además de ser hijos únicos, los muchachos son muy adinerados entonces están acostumbrados a que les den todo y a que nadie les diga que no a nada. Para ellos, llegar a la escuela y obtener una mala calificación era una cuestión a la que no estaban acostumbrados. Si pueden, van a intentar pagar dinero para obtener una buena calificación.
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