Con la salida a librerías de una recopilación de sus discursos volvió a aparecer en escena el ex primer ministro Zhu Rongji, que hace diez años lideró el proceso de entrada de China a la Organización Mundial de Comercio. Sus palabras sonaron como dardos contra la actual dirigencia.
Desde que se había retirado del cargo en 2003, dando paso a su mano derecha Wen Jiabao, Zhu Rongji había permanecido alejado de la opinión pública. Ese paso al costado, una constante para la alta dirigencia china desde que se introdujeron límites temporales para los cargos más importantes en el gobierno, terminó para el político que precedió a Wen Jiabao en el poder con el lanzamiento del libro de más de dos mil páginas que reúne sus discursos.
La publicación del libro ocurre en momentos en que el Partido Comunista se enfrenta a la definición de un nuevo equilibrio de poderes, en vista del Congreso del próximo año que oficializará la sucesión del presidente Hu Jintao y del primer ministro Wen Jiabao.
Y en ese contexto algunos pasajes del libro han sido leídos como ataques contra la actual dirigencia, en particular contra Wen, que ha intentando seguir los pasos de su antecesor. “Cuando los hombres del gobierno no son sino ‘hombres de sí’, el pueblo sufre”, escribió el ex primer ministro en un pasaje del libro. “¿Qué raza de primer ministro sería si no me interesaran las necesidades de la gente?”, se pregunta en otro. Los fragmentos en cuestión, tomados de discursos pronunciados por Zhu entre 1998 y 2003, fueron adelantados hace poco por el Southern Weekly, uno de los periódicos más importantes del sur de China. Las páginas del diario desaparecieron de repente, al menos de las copias vendidas en Beijing.
Pero a diferencia del actual presidente y el primer ministro, Zhu no desaparecerá de la escena política el próximo otoño. Al contrario, como ya ha sucedido con sus antecesores, el que fuera la mano derecha de Jiang Zemin continuará a mover sus fichas en el interior de la sede del gobierno en Zhongnanhai para salvaguardar su herencia política al interior del Partido. Precisamente por esta razón la dirigencia actual es tan sensible a las críticas.
A pesar de que el último decenio el gobierno se ha concentrado en corregir los errores y problemas producidos por el rápido desarrollo chino, en el país comienza a extenderse un descontento difuso, alimentado por la corrupción de los funcionarios públicos, la inflación que ha disparado el costo de vida y los visibles daños ambientales. Y estos son precisamente problemas cuyas raíces se encuentran en los años durante los cuales Zhu estuvo en el gobierno, primero como viceprimer ministro entre 1991 y 1998, y luego como primer ministro hasta 2003.
El ex primer ministro siempre se ha preciado de ser un líder reformista, mostrándose como un hombre transparente, modesto, cercano a la gente y que se declara abiertamente en contra de los abusos de poder. “Si hay alguien que me debe temer son los funcionarios corruptos, no el pueblo”, señaló en uno de sus discursos más significativos. Y ya en abril Zhu, quien pertenece al “ala liberal” del Partido Comunista Chino, había hecho un discurso crítico de la actual política china ante los estudiantes de al Universidad Tsinghua, donde se educa buena parte de la clase dirigente del país.
Según los expertos en China son cada vez más numerosas las voces de la vieja guardia en hacerse sentir. El palco de las eminencias grises, escribía The Economist, comienza a verse hacinado. El próximo año serán cuatro los altos ex funcionarios en dicho palco: Hu, Wen, Zhu y el conservador Li Peng. Y eso sin contar al último presidente Jiang Zemin, ausente de las celebraciones este año por los 90 años del Partido y dado por muerto por la televisión de Hong Kong en julio, a pesar de que los rumores de su fallecimiento fueron silenciados de inmediato.
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