En entrevista exclusiva para China Files, el colombiano Álvaro Rincón habla sobre su trayectoria en China y sobre las experiencias que ha tenido durante sus años en Beijing. Su historia demuestra que China es un país en donde, si hay ganas de progresar, se pueden conseguir millones de buenas oportunidades.
Cuando se graduó de diseño gráfico en Colombia, Álvaro Rincón no tenía ni la menor idea de qué hacer con su vida. Lo único que sí tenía claro era que Colombia no era el lugar en donde se quería quedar trabajando. Aprovechando que su familia tenía un negocio de importación de calzado en la ciudad de Guangzhou, al sur de China, decidió dejar su país y comenzar una nueva aventura en un país donde sabía que las cosas podrían tener mucho éxito.
Al igual que Cristóbal Colón, arribó un 12 de octubre a un terreno desconocido. A pesar de que fue en 2005, 513 años después de que desembarcaran las carabelas españolas en las costas de América, Rincón descubrió una tierra lejana con miles de oportunidades de crecimiento. Hoy, este joven emprendedor colombiano lleva 9 años viviendo en Beijing, ha trabajado en algunas de las agencias de comunicaciones más reconocidas a nivel local e internacional, y se ha posicionado como uno de los latinos más influyentes en su área de trabajo.
¿Cómo fue su primera experiencia laboral en China?
Cuando me matriculé en la Universidad de Negocios y Economía de Beijing también pude encontrar un trabajo en Zheng Bang, una de las agencias más antiguas en China encargada de la imagen corporativa y visual para muchas marcas en el país. En esa agencia me hice muy buen amigo de sus fundadores y, siendo un diseñador “primiparo”, me pude apoyar mucho en la gente con la que estaba trabajando. A pesar de ser el único extranjero trabajando allí, entre 40 o 50 chinos quienes entendían muy bien el mercado local, creo que traía mucha más creatividad de afuera para generar ideas innovadoras en el negocio.
¿Qué fue lo que más le aportó Zheng Bang a su vida profesional?
Empecé diseñando logos para marcas muy pequeñas y de ahí en adelante fui desarrollando la “parte china”. La gente con quien trabajé me ayudó mucho en temas como, por ejemplo, hacer presentaciones a los clientes y estar más seguro cuando hablaba mandarín. Además de esto, logré comprender culturalmente lo que significaba el diseño en China y cómo podría traducir todo lo que sabía y toda la creatividad que traía de afuera hacia un país tan diferente. Ahí fue cuando me di cuenta de algunas lógicas de los chinos que los extranjeros no comprenden.
Teniendo unas bases sólidas sobre China, ¿quiso convertirse en un diseñador más “internacional”?
En la época de las olimpiadas del 2008 llegó un amigo que trabajaba en Highteam, una agencia dedicada a hacer eventos comerciales para muchas marcas en China, especialmente en los sectores de automóviles y moda. Me propusieron ser director de arte y me llamó mucho la atención porque, no solo me solucionaban la situación de la estadía, sino que también me daban la oportunidad de estar encargado de otros profesionales y del diseño para muchas marcas como BMW, Audi, Mercedes-Benz y Porsche.
¿Cuál fue el mayor reto de trabajar en Highteam?
Las marcas de automóviles con las que trabaja Highteam son relativamente nuevas en China ya que su entrada comercial al país no fue hace más de 40 o 50 años. El reto más grande fue traer esta clase de marcas e introducirlas en un mercado y en unas personas que no tienen ni idea de qué son. Podría decir que he jugado un papel importante en cuanto a la forma en que estas marcas llegaron a traducirse a la cultura china.
¿Tuvo la oportunidad de trabajar en otras agencias internacionales?
En el 2012 me ofrecieron ser el director creativo de una agencia alemana que se llama Avantgarde, una de las más grandes de ese país en comunicación. A pesar de ser uno de los retos más grandes que he tenido en China, la experiencia ha sido de las más “bacanas” que me han podido pasar acá. La gente de Avantgarde es muy buena y muy organizada en todo. Pude trabajar nuevamente con marcas como BMW y Mercedes-Benz y tuvimos un excelente año. Para que estas marcas funcionaran acá cada vez tenía que fusionar más mi influencia china con mi influencia de afuera. Después de un año con Avantgarde, ellos decidieron cerrar su oficina en Beijing y dejar solamente la de Shanghái.
¿Qué hizo entonces cuando cerraron Beijing?
A pesar de que me ofrecieron el puesto en Shanghái, por varios motivos, decidí quedarme en Beijing. Entonces, llegó Uniplan, otra de las principales agencias de Alemania, y me ofrecieron nuevamente la dirección creativa. Desde finales de 2012 hasta finales de 2014 estuve trabajando con Uniplan, incluso, tuve la oportunidad de trabajar con ellos en Alemania por un par de meses y de tener la exclusividad de la cuenta de BMW. Sin embargo, luego decidí descansar un poco de la parte corporativa, que era muy agitada y estresante, y quise tomar más retos y riesgos.
¿Cuáles fueron algunos de los riesgos que tomó?
En ese momento se me había pasado por la cabeza crear una agencia o un negocio propio y de ahí surgió la idea de hacer un proyecto con café. Entonces, junto con un amigo, desarrollé un extracto de café en frío completamente artesanal. A pesar de que este proceso ya existía, desarrollamos una marca [“Bing”] para tratarla en Beijing. Fue un proyecto muy pequeño que también decidí llevar para Colombia y tratarlo entre Colombia y Beijing. En Colombia, a través de mi socio, logramos participar en un concurso de la EAN por 30 millones de pesos. Trabajamos muy duro en el tema del café, con un enfoque a cómo se debe tomar el producto, y finalmente fuimos escogidos entre los 15 ganadores.
Sin embargo, está trabajando con otra agencia en Beijing…
Llegó otra oferta que me llamó mucho la atención porque se trataba de una agencia local china, muy pequeña dentro de la industria, donde yo sería el único extranjero. Quería volver a mis raíces, cuando empecé a trabajar en Beijing, pero con un nivel muchísimo más avanzado de chino y una trayectoria bastante larga. En este momento estoy a cargo de diez diseñadores chinos, de los cuales ninguno habla inglés, y mi único cliente es Mercedes-Benz. Es una agencia pequeña con mucho potencial y lo que me interesa es enseñarles todo lo que he aprendido en este tiempo y seguir aprendiendo de ellos.
Después de nueve años en China, ¿cuál cree que es el mayor aporte que le puede hacer a su país?
Estar en un país tan grande y tan diverso le abre a uno mucho la mente. El colombiano nace con muchas ideologías y valores familiares pero creo que es importante salirse y explorar las diferentes culturas. Si yo me devolviera a Colombia, creo que lo que le podría aportar al país tiene que ver con cómo tolerar. Acá he aprendido mucho sobre tolerancia en el sentido de que he tenido que acostumbrarme a cosas que no son las mías. También he aprendido a ser humilde y a tomar decisiones donde no solo hay que tener en cuenta el bien propio sino que hay que pensar en cómo va a estar afectado el resto de la gente.
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[Crédito foto: Cortesía de Álvaro Rincón]