El mexicano Francisco Silva ha hecho de todo en China, desde DJ hasta empresario. En entrevista exclusiva con China Files, Paco, como le dicen cariñosamente, comparte algunas de sus experiencias en un país que, para ganarse la vida, todo se vale.
Normalmente, las personas que viajan a China lo hacen por trabajo o estudio. Sin embargo, Paco, quien había trabajado en telecomunicaciones por trece años, se fue de Ciudad de México rumbo a lo desconocido, con la única excusa de buscar un cambio y ponerle un poco de picante a su vida. Por esto, a finales de 2006, decidió que su próximo destino sería China, y el 7 de febrero de 2007 a las 7 de la noche, como cuenta con orgullo, aterrizó en Beijing.
Actualmente, Paco se desempeña como consultor de negocios. A pesar de esto, antes había trabajado como profesor de inglés, actor, DJ y empresario, entre otras cosas, y afirma que las cosas se pueden hacer bien, se pueden hacer mal, o se pueden hacer como las hacen los chinos. Y es precisamente la forma en que se vive China lo que ha enamorado a Paco, quien dice que hasta ahora va en los primeros ocho años de aventura.
Su primer trabajo fue como maestro de inglés, ¿cómo fue esa experiencia y cómo es la situación para los profesores extranjeros en China?
Antes era fácil obtener una posición de maestro de inglés y era la forma de salir de apuros económicos. Sin embargo, ahora son más exigentes y te piden certificados de que sí das clases. Yo tuve la oportunidad de ser maestro de inglés para niños y para adultos y fue bien interesante porque conocí a muchos chinos desde otro punto de vista. Los papás quieren que sus hijos, generalmente hijos únicos, sean exitosos y entonces son muy exigentes. Todo es estudiar, estudiar y estudiar, y se vive un gran ambiente de competencia. El desarrollo de la inteligencia emocional es muy diferente en China.
También fue actor, ¿cómo vivió la actuación en China?
China e India son de los países que más películas hacen al año y, ya que muchas de ellas se supone que son en el extranjero, contratan a foráneos para simularlo. Yo actué como extra en algunas producciones. Estuve en tres películas, cuatro telenovelas chinas, y varios comerciales. Para mí fue muy divertido. En una de ellas que se llama Leaving Beijing, salgo como extra en tres escenas distintas: en Beijing, como un cliente de un bar, en Francia, como un taxista francés, y nuevamente en Beijing, como cliente en otro bar. A la producción nunca le importó esto, que yo, o cualquier foráneo, saliera repetido en escenas. Creo que de la misma forma en que para nosotros todos los chinos son iguales, los chinos no distinguen entre un sueco, un latino y un gringo.
Hay muchos casos en donde empresas chinas contratan actores extranjeros, ¿qué es exactamente lo que hacen con ellos?
Parte de la cultura china es que cuando hay una reunión de negocios te van a querer enseñar todo el lugar y te van a tratar de impresionar. Sin embargo, si estás en un sitio neutral la forma de medirse es por la gente. Lo común es que llegue una comitiva gigante de empleados de la compañía, encabezada por el CEO, y dentro de esa comitiva haya un foráneo. Cuando me contrataron en una compañía de fertilizantes para hacer el rol de inversionista me dijeron que no hablara y que mi única función sería estar sentado y responder que sí cuando me preguntaran algo. Las empresas quieren mostrar un valor agregado entonces se puede hacer el rol del inversionista, del consultor o del socio extranjero.
¿Cuál es la situación más interesante que ha tenido como empresario?
A menudo, los latinos se aferran a que si un producto es de China, inevitablemente tiene que ser excesivamente barato. Los mexicanos, además, quieren un producto 5 estrellas a muy bajo costo. Yo les digo que quieren “Ferraris de 10 dólares”. Hace unos años, en una fábrica de motocicletas, estaba con un cliente mexicano quien estaba obstinado en obtener el modelo que él quería a unos precios muy, muy bajos. Llegó la CEO y dueña de la fábrica, una china que no hablaba nada de inglés, y vio el desgaste de toda la gente en la sala de juntas. Le explicaron qué estaba pasando y luego pidió que le tradujeran: “Nosotros podemos hacer motocicletas que a los dos meses van a estar fallando, como las que nos piden en India, y nuestra calidad puede ir subiendo hasta la misma calidad que tienen las motocicletas japonesas, al mismo precio que esas. ¿Usted, cuál calidad prefiere?”. Mi cliente, un tanto sorprendido, sonrió y le respondió: “Nosotros queremos algo en el medio”. “¡Muy bien!”, dijo la china, “ya sabemos por dónde empezar”. Esto fue una lección para mi cliente y para mí. Desde entonces, le pongo mucha más atención a todo el tema de calidad desde muchos más aspectos.
¿Cuál cree que es el mayor atractivo de Beijing?
En Beijing he conocido gente de países que ni siquiera sabía que existían. He conocido gente de Kazajistán, de Sudáfrica, de Madagascar, incluso, de Isla Reunión, una isla pegadita a Madagascar que tiene como 20.000 personas. Por otro lado, Beijing es el centro del mundo, y de las grandes decisiones, tanto a nivel político como económico y judicial, se están tomando aquí. Por ejemplo, si Beijing decide darle entrada a los productos lácteos de México, las empresas mexicanas van a vender el doble. Si se suman una por una estas decisiones el impacto, tanto local como internacional, es muy grande. Todos quieren estar aquí.
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[Crédito foto: Cortesía de Francisco Silva]